TodavĂa me pregunto si la nariz tapada y el “ceceo” de Max, el niño gurĂş de la mercadotecnia, es algo planeado o en realidad el simpatiquĂsimo chico es asĂ de natural y mordaz, que como sea, hasta de actor muestra unas dotes fuera de lo comĂşn para un chico de la edad.
Una nueva burbuja tecnolĂłgica cobra cada dĂa mayores dimensiones —en mayor parte, como siempre, gracias a los medios—. Se trata de lo que definiremos hoy como el mundo de lo “smart”: desde phones, watches, glasses, rings, cars y hasta wigs (¡pelucas!.. sĂ, ya existen propuestas para pelucas inteligentes capaces de medir los signos vitales de sus usuarios y con las que se pueden conectar al celular).
Este mayo se llevĂł al cabo en Silicon Valley la convenciĂłn “Bitcoin 2013”. Muchos de los ahĂ presentes especulaban sobre el misterio que hasta la fecha rodeaba al creador de Bitcoin. Hablaban de un “NOMBRE”, más que… de “un hombre”! O varios hombres y/o mujeres. Nadie estaba seguro del genero o singularidad atrás de ese seudĂłnimo.
Esta semana me enteré del último dato sobre la cantidad de usuarios que hay en Internet según el estudio de World Internet Project bajo su iniciativa en México por lo que me di a la tarea de resaltar lo más importante del estudio como una reflexión.
No sĂ© que tanto se conozca en MĂ©xico de la categorĂa máxima del Automovilismo, la FĂłrmula 1 y más allá de eso, de los pilotos que hacen posible que vibremos y nos emocionemos con cada rebase en Ă©stas carreras cada quince dĂas.
Ninguno puede ejercer autoridad si no le ha sido otorgada y cuando uno la tiene hay que saber qué hacer con ella, pues tendremos el derecho de dar órdenes y de exigir obediencia a nuestros subordinados.
El prĂłximo domingo se conmemorará el DĂa mundial contra el SIDA.
Cada 1 de diciembre, personas de todo el mundo se unen para generar una mayor conciencia de lo que supone el VIH/SIDA y mostrar solidaridad internacional ante este gran problema mundial.
Una de las actividades más comunes en Internet es el uso de correo electrĂłnico. Y como sea que lo usen en su vida personal, es sĂłlo de su incumbencia (claro y de las agencias de seguridad locales); sin embargo cuando lo usan para fines profesionales, la cosa cambia. O deberĂa cambiar y creo no está de más irnos a lo básico.
Las revistas impresas en papel —valga la redundancia— no van a desaparecer como muchos creen, afirman o convenientemente pretenden, y es que gracias a la enorme visiĂłn creativa, digital y tecnolĂłgica de algunos pocos, se ha cobrado renovadas fuerzas por su potencial publicitario y de Ăntima relaciĂłn con el lector.
Por décadas la televisión ha sido el medio más importante e influyente a nivel mundial, y por lo mismo es quien se lleva los presupuestos más grandes de publicidad de una manera desproporcionada contra el radio, la prensa y recientemente el Internet.
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