
Las relaciones públicas (también conocidas con el acrónimo en inglés “PR”) es una de las herramientas más antiguas para lograr el posicionamiento y legitimidad de personas, marcas e instituciones.
El panorama dentro de la comunicación que hoy vivimos es claro y puede parecer que está lleno de retos, sobre todo cuando vemos que el consumidor actual está expuesto a un abrumador torrente de contenido que lo alcanza por múltiples vías, pero que hoy más que nunca tiene el poder para decidir entre este mar de opciones.
Los servicios de mensajería, sobre todo WhatsApp, que a la fecha cuenta con la abrumadora cantidad de mil millones de usuarios a nivel global, se han convertido en los vehículos perfectos para que rumores de cualquier tipo se propaguen a la velocidad de la luz.
Interacción eficaz con un nicho de mercado, esa es la oferta de comunicación que están ofreciendo los denominados microinfluencers a esas marcas que buscan un diferenciador dentro de sus estrategas digitales.
Al desarrollar una estrategia de relaciones públicas para una organización o para alguna personalidad, es imprescindible tener bien claro el objetivo. Eso definirá hacia dónde dirigiremos los esfuerzos realizados y el plan de acción que desarrollaremos.
Con frecuencia las marcas se inclinan por implementar estrategias 360, es decir, planes que involucran acciones conjuntas, coordinadas y de colaboración mutua entre especialistas de publicidad ATL y BTL, relaciones públicas, marketing digital e incluso agencias de medios. Gran parte del éxito en esta forma de trabajar, quizá por arriba del talento y dedicación de cada una de las partes, es el liderazgo que el área de marketing de la empresa imprime y la forma de dirigir al equipo, para alcanzar los objetivos planteados.
La aparición del servicio de mensajería instantánea más popular del mundo, vino a cambiar la forma de comunicarnos a título personal, pero también se ha convertido en un canal de comunicación para el ambiente corporativo.
La transición gubernamental entre el gobierno saliente de Barack Obama y el entrante de Donald Trump, ha propiciado un interesante fenómeno de comunicación en el que el demócrata se retira ostentando la imagen heroica de un mandatario que, desde los inicios de su administración,pugnó por la igualdad de las minorías y la defensa de los derechos humanos de los estadounidenses y los extranjeros que llegaban a habitar el país.
Ante la crisis diplomática a la que nos estamos enfrentando con la llegada al poder del presidente estadounidense Donald Trump y una tensión que no se había protagonizado desde la segunda guerra mundial, han hecho hablar a una multitud de voces que buscan proponer una solución para que el país salga lo menos dañado posible, y en cambio esta situación se conciba como una oportunidad de renovarnos bajo un cambio favorable.
A la penosa tragedia ocurrida hace algunos días en el Colegio Americano del Noreste, en la ciudad de Monterrey, se le ha dado múltiples lecturas; todas buscando desesperadamente una explicación, una causa, un responsable, y muchas de ellas dando a los medios de comunicación de su correspondiente parte de responsabilidad.
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