
Cuando compras una marca/producto especĂfico o buscas una empresa de servicios que te parece confiable, en tu proceso cerebral de “decisiĂłn” ¡la gran mayorĂa de veces lo que menos están trabajando en esa selecciĂłn son tus neuronas! En vez de eso seguramente hay toques de estĂmulos externos muy bien diseñados para convencerte. Si eres de los que crees que tu comportamiento lo regulas de manera cerebral cuando compras, deberĂas seguir leyendo.
El paradigma imperante en estos dĂas es “globalidad”: Imagen de marca, ejecuciones de marketing, contratos anunciante-agencias de comunicaciĂłn, abasto, etc. Pero detengámonos a razonar por un momento y preguntĂ©monos: Âżmi empresa está haciendo lo correcto con todas las decisiones que está tomando en nombre de la globalidad?
El soul, el funk, el rock y el pop han perdido a uno de sus más importantes representantes de los últimos años. Un icono de la cultura pop ha muerto, por lo que es prácticamente obligado mencionarlo e imposible no relacionarlo con la mercadotecnia y reconocerlo como un producto cultural contemporáneo que tuvo éxito por ser extremadamente talentoso en su música e inteligente en su comercialización.
¿Cuántas veces ves un brief que consiste en una sola campaña en forma aislada? Esta es probablemente la forma habitual de trabajar adentro de muchos departamentos de marketing, asà como la posición por defecto para una gran cantidad de agencias de publicidad. Bueno, ¡llegó la hora de pensar más allá!
Los medios programáticos se volvieron una referencia para los anunciantes. Tanto que algunos, los más grandes, ya comenzaron a apropiarse a los procesos, lo que no siempre es positivo porque requieren de una inversión muy alta y un equipo técnico especializado. Como alternativa, muchos anunciantes han exigido un mayor control sobre los procesos, métricas y entregas de resultados. La opción surgió como una tendencia para este 2016 y está comenzando a influenciar a todo el mercado.
Los buenos negocios nacen en un restaurante, bar, congreso, cafeterĂa, mensajeando, durante el vuelo de un aviĂłn, en un concierto y, por quĂ© no, en una fiesta, pero Ă©stos se cierran siempre en una oficina con pluma y papel. Al decir negocios puede ser desde firmar un contrato de empleo, un permiso para vacacionar, un contrato millonario de exclusividad o hasta la firma en el acta de matrimonio y no se diga el de divorcio, bueno, ese comĂşnmente sĂłlo es conveniente para una de las partes.
Hace un par de meses mi sobrino mayor que estudia Derecho (nada que ver con marketing) vio mi cuenta en Twitter y con la ingenuidad que puede caracterizar a un chico de su edad me preguntĂł para que querĂa (tenĂa) yo tantos seguidores. La respuesta inmediata, simple y en automático fue: “para que más gente me conozca”, en palabras más tĂ©cnicas: para branding, visibilidad, influencia. No estamos aquĂ sĂłlo por altruismo y si asĂ fuera, tambiĂ©n aplican algunas de las razones mencionadas.
Pasado ya el “Uber affair” de hace unos dĂas, generado por el incremento de las tarifas en la ciudad de MĂ©xico, vale la pena reflexionar sobre el asunto, desde el punto de vista no solamente econĂłmico sino de branding.
Instagram sigue ganando terreno y cada vez son más los usuarios activos que disfrutan de la plataforma.
Las cosas que aparecen en Internet no dejan de sorprenderme. Qué época tan entretenida nos tocó vivir. Se venden amigos, se compran abrazos, se tiene sexo a distancia, se intercambian talentos y tiempos, se alquilan hombros para llorar, y bueno, a todo eso le sumamos que nosotros mismos estamos en constante oferta de venta en nuestras redes sociales.
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