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Tú, yo, todos en alguna ocasión hemos preguntado, desde la puerta o entrando hasta el mostrador de un negocio: ¿tienen esto o aquello? ¿no?, bueno, pues la visita a tu página entra preguntándose exactamente lo mismo. Si en el caso del negocio físico en lugar de contestar a su pregunta, le cuentas “Quienes somos” o “Nosotros”, la persona se volteará y saldrá tan rápido como entró. Tiene prisa y está buscando una solución.
¿Has enviado correos que no te abren, que no leen? Una vez que envías un correo que no tiene el efecto que esperas, difícilmente tendrá una oportunidad más, pues reconocerán que lo envías de nuevo.
Lo mismo pasa con los consumidores, tienen sus gustos, sus preferencias, sus pasiones y emociones.
En una sociedad que vive así, instalados en el yo, ¿por qué alguien pensaría en el otro al escribir? Tanto socialmente como en el mundo de la mercadotecnia y publicidad, no considerar al otro es suicida, es dispararse uno mismo en el pie.
Bajo la idea de que lo caro es muy bueno y lo barato no lo es, ¿qué tan conveniente es bajarle el precio a tu producto, ponerlo en oferta?
La palabra bien utilizada puede hacer maravillas por tu marca. El poder de la palabra alcanza su mayor potencia cuando origina confianza, y es que, sin ésta, no hay posibilidad de venta.
“Dos por uno”, “20% de descuento”, “meses sin intereses”, “paga uno el curso y la otra persona lo toma gratis”, en fin, todas las ofertas que desees hacer pueden ser mucho más efectivas cuando explicas con claridad qué solución ofrece. Una oferta es una solución.
Muchos de los consumidores confinados han probado nuevas marcas, encontrado en los servicios a domicilio la oportunidad de no salir de casa. Esto tiene valor. Detectar cuál es su valor real será la clave del éxito para las marcas.
¿Te ha sucedido que no quieres llamarle a alguien porque ya sabes lo que te va a decir o contestar, siempre dice lo mismo? Es cansado ¿verdad?, aburrido. A mí me sucede y aun cuando cambio la forma de comunicarme o preguntar, la respuesta es la misma. Me hace alejarme. Pienso que es como ver tres veces una película que no te gusta, ¿podrías?
Para enamorar al consumidor de tu marca, y es posible hacerlo, te sugiero que busques que tu producto tenga identidad propia, personalidad única, que hable con autenticidad.