
¿Cómo contar la historia de nuestra marca? Y, sobre todo ¿quién será el narrador? ¿Cómo elegirlo dentro de nuestra organización?
¿A quién? ¿Qué? ¿Dónde? ¿Cómo? Una de las conclusiones del congreso 2022.
¿En qué lugar estamos parados? Y no hablo del espacio físico, sino de lo que se conoce como “Timing”, un concepto que no tiene traducción exacta al castellano.
Un par de dragones del streaming, catapultados por una inmensa horda de fanáticos del género, libran hoy su batalla en las redes sociales.
A pocos días de la celebración nacional por el inicio de nuestra independencia, tan solo atreverse a dar un ligero asomo a los textos relativos a este tramo de la historia, serían suficientes para ocupar algunos meses o años de lectura.
Leila Guerrero, en su texto “Zona de obras”, sugiere: “Sean invisibles: escuchen lo que la gente tiene que decir. Y no interrumpan. Frente a una taza de té o un vaso de agua, sientan la incomodidad atragantada del silencio. Y respeten”.
Imaginemos iniciar un proyecto sin destino, un viaje en el que la idea sea dejar el espacio que habitamos, una idea en la que prive la intención por descubrir lo inédito.
Quizás nuestra marca personal se construye a través de lo que hemos leído; o quizás solo somos mexicanos, eso sí, unos menos revolucionarios que otros.
Imaginemos ser un gato impropio, una mascota no deseada, un ser que está en el lugar equivocado, en ese lugar árido en el que nace la creatividad por sobrevivir.
Una marca como la nuestra, la marca “México”, probablemente hoy, transita hacia un renacimiento y de ahí al modernismo.
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