La crisis en librerías a raíz del covid-19 ha dejado en evidencia la debilidad de la industria editorial nacional.

Decenas de editoriales están a punto de desaparecer si no elevan sus ventas en la apertura de las librerías.

La pandemia nos dejó ver que la lectura no forma parte de las necesidades primordiales del país.

Además de la salud y la economía, el mundo de la cultura y el entretenimiento (véase la difícil situación del Cirque du Soleil) también sufren penosos cambios con la pandemia de Covid-19. En el caso de las librerías en México, el panorama es desalentador cuando nos enteramos del cierre y desaparición de muchas de ellas.

La pandemia se encargó de echar abajo estos lugares donde el conocimiento y el encuentro de ideas es una constante. Según la Asociación de Librerías de México, la venta de libros ha bajado un escandaloso 80 por ciento (en una nota recogida por Milenio), lo cual llevaría a que un 50 por ciento de las librerías se vean obligadas a dejar cerradas sus cortinas o puertas para siempre, sepultando con ello páginas enteras de conocimiento.

Más allá de las obvias razones de la carencia de ventas, llama la atención el hecho de que en tres meses de encierro obligatorio la gente de todas las edades no haya visto en la lectura la oportunidad de incorporarla como una actividad en su agenda del día a día.

En lugar de ello vimos el crecimiento de las compras en línea o de algunas redes sociales, lo cual nos dice que el público prefirió el entretenimiento digital y el consumo inmediato como paliativo de una situación delicada.

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A pesar de que diversas librerías intentaron el sistema de ventas en línea o a través de redes sociales, la respuesta del público no pudo ser lo suficientemente entusiasta. De esa manera se vino el desplome y hundimiento de una industria que vive casi al día.

En una nota de El Sol de San Luis ya se vislumbra el futuro que corren muchos de los sellos editoriales en el país: ante la pandemia covid-19 cerca de 60 y 70 sellos a nivel nacional están en riesgo de desaparecer, ya que las librerías significan el principal punto de venta. Al quedarse sin ellas, los libros vieron su principal cause de venta totalmente obstruido.

“Hay varias en riesgo de desaparecer al no tener ventas y ser frágiles en sus finanzas. Incluso las editoriales no tan pequeñas la están pasando mal”, señaló el presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), Juan Luis Arzoz en entrevista para el Sol de San Luis.

Desaparición y crisis en librerías

Librerías de sitios de la capital como Coyoacán y la colonia Roma, ante la imposibilidad de seguir sosteniendo los gastos esenciales, se vieron obligadas a cerrar sus puertas y rematar o regalar su mercancía para rescatar de última instancia un poco del enorme acervo que tenían en su poder.

Lo anterior también dejó en evidencia diversas realidades duras de asimilar: el libro no es un bien de primera ni de segunda ni de tercera necesidad; las editoriales y los que las promueven viven al día. Por último, existen pocos recursos para poder salvar lugares que luchan en medio de sus propias posibilidades.

Las librerías también tienen que luchar contra un sistema que en su priorización no contempla la cultura (o la prioriza poco). Tan solo hay que fijarse en que estos establecimientos no forman parte la reapertura gradual cuando no son considerados de primera necesidad. Y ello está llevando a que sus dueños se vean agobiados a nivel mercantil con ventas a la baja y un stock prácticamente inmóvil.

Datos proporcionados por la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana y publicados en el diario La Jornada, indican que la venta de libros disminuyó en esta temporada hasta los 200 mil ejemplares por semana y sigue a la baja.

“La industria editorial es parte fundamental de la cultura y si no la protegemos y, mejor aún, la impulsamos, pronto estaremos sumidos en una crisis no solo económica, sino tecnológica, cultural, científica y médica, en fin podríamos concebirnos como autómatas de la sociedad en la que viviremos”, expuso Juan Luis Arzoz Arbide, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana.