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David León
David León

Estadios sin público

Hace algunos días, en medio de la polémica, la directiva de las Chivas de Guadalajara anunció que su estadio abriría sus puertas para recibir a miles de espectadores para presenciar el partido contra el América, después de meses de que los estadios han mantenido sus puertas cerradas.

La propuesta de las Chivas fue avalada por el Gobierno de Jalisco y por la Liga MX. El estadio de las Chivas tiene una capacidad para 46 mil aficionados. Se permitió la entrada a cerca de 8 mil aficionados, bajo un estricto protocolo sanitario que permitiera garantizar la sana distancia.

Exactamente fue el 14 de marzo cuando la Liga MX anunció que los estadios debían cerrar sus puertas. De ese día para acá, aquellos aficionados que acostumbran apoyar a sus equipos desde el estadio han tenido que modificar ese hábito.

El catálogo de medidas emprendidas para enfrentar el Covid 19 varían de país en país. La constante ha sido la afectación de los eventos deportivos, muchas cancelaciones y en la mayoría de los casos, la prohibición de la participación del público en ellos.

Nadie podrá negar las diferencias existentes entre asistir a un estadio y ver un partido de futbol por televisión. Los aficionados gustamos de ir al estadio gracias a las emociones que se generan en la experiencia completa: clima, color, público, comida, souvenirs, sonidos y olores. Algunos otros aficionados prefieren ver los partidos por televisión, buscando seguridad, comodidad y detalles en imagen que hoy permiten las extraordinarias y exhaustivas transmisiones de televisión, que nos brindan acercamientos y repeticiones, que fortalecen nuestra capacidad de análisis, aunque se sacrifique en ello algo de emoción.

Experimentos han demostrado, al medir la actividad eléctrica de nuestro cerebro mientras somos espectadores de un evento deportivo apasionante, la existencia de más de 6 millones de reacciones en nuestro cuerpo. El número y la intensidad se modifica dependiendo el entorno, ya sea la grada o la televisión.

Sin embargo, hoy estamos frente a un fenómeno muy peculiar, semejante al que sucede o solía suceder en cierto tipo de programas de televisión o películas, donde las risas eran pregrabadas y formaban parte de la banda sonora; así, hoy podemos ver partidos en estadios vacíos, donde una pista de audio reproduce cánticos, porras, aplausos y lamentaciones.

Conceptualmente uno de los elementos medulares de nuestros eventos deportivos, amateurs y profesionales es el público; sin el público en el estadio, la experiencia es absolutamente distinta.

Después del experimento hecho por las Chivas del Guadalajara de reabrir sus puertas, el próximo partido se ha decidido que una vez más sea sin público.

Los saldos del Covid 19 están por verse. En la industria deportiva habrá que medir si las audiencias y el consumo de este tipo de contenidos se ha incrementado o ha disminuido. Las pérdidas en los estadios son cuantiosas, derivado de la ausencia de la derrama económica que los aficionados generamos al ocupar la butaca. Donde seguramente hemos perdido, es en emociones y distracciones, que nos brindan los estadios abarrotados, donde por algunos minutos todos nuestros problemas se detienen y somos terreno perfecto para experimentar millones de emociones.

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