Internacional. Una de las pesadillas de cualquier retailer en el mundo es que un consumidor pretenda devolver una prenda después de haberla destruido por completo. Sin embargo, ¿qué pasa si no existen rastros del mal uso -aunque el cliente haya ocupado un vestido para atrapar cerdos o para jugar paintball-?
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La respuesta es una excelente -y algo malvada- campaña para una marca de detergentes en Australia, quienes pusieron a prueba las capacidades de su producto a través de 14 pruebas extremas.
De la mano de la agencia DDB en Melbourne, la marca de jabón Radiant envió a un grupo de jóvenes a comprar ropa para luego ensuciarla de las peores formas imaginables -actividades como recolectar basura, trabajar en una pescadería en contacto con sangre y vísceras de animales o tener una práctica de tacleadas en un campo lleno de lodo-.
Por supuesto, la parte difícil de esta campaña fue ir a las tiendas a pedirle un reembolso a los dependientes.
A continuación el comercial:
Con esto, Radiant cambia la estrategia de comerciales de jabón en donde las supuestas ‘pruebas de limpieza’ son montajes muy marcados, transformando su publicidad en un escenario un poco más real y convincente para los espectadores.