Si te encuentras en un momento de definiciones en tu carrera profesional, esta columna es para ti. Les confieso que al menos los primeros cinco de mis casi 20 años como profesionista, no tenía ni idea de hacia dónde iba con mi carrera, ni cómo llegar a ese lugar desconocido. De hecho, creo que al inicio es normal no saber, descubrirlo es parte del juego.
Ahora que puedo ver con perspectiva hacia el pasado, puedo asegurarles que muchos de mis intereses están conectados con un objetivo final, sin embargo también muchos tantos no tienen nada que ver con mis propósitos que ahora sí son claros. ¿Acaso deben interpretarse como inversiones de tiempo nada fructíferas? Todo al final es un aprendizaje, hasta aquello que no enseña. No obstante, en esta época de tantas opciones, es necesario entender en qué sí enrolarse y a que mejor darle las gracias.
Recuerda lo que amabas hacer en tu infancia
Antes de reflexionar sobre tus gustos y pasiones, quiero aclarar que no soy millennial, pero coincido en que hay que amar lo que haces. Por favor, si en este momento de reflexión te cuestionas sobre tus rutinas y no eres feliz con tu trabajo, recuerda que lo primero es esforzarte sí, pero en algo que realmente te encanta. Cuando me refiero a enamorarte de tu hacer diario, les pido se olviden de la necesidad de pagar las tarjetas, la renta o cualquier otra carga económica. No me refiero a que dejen colgadas las deudas y se vayan a vivir como hippies a una playa mexicana, sino más bien, a que hagas un plan para llegar a dónde quieres. Sí se puede. Siempre he dicho que para aprender cualquier cosa debes empezar por trabajar gratis, con frecuencia, algunas personas me malinterpretan porque piensan que subvaloro su tiempo, pero hay que ser honestos, no se nace siendo experto por más que te agrade mucho una disciplina, muchos autores mencionan que para conocer de una materia es necesario practicarla por diez años; toma tus primeros años como una inversión en experiencia.
Haz una lista de tus sueños
Por más que te encante tu trabajo, no sería tan bueno sin una recompensa. El chiste de tener metas o sueños a futuro es también el planear con números para saber el camino a lograrlas. Ordena estas metas como a) Proyectos Personales/Familiares b) Esas cosas que “te gustaría hacer” para satisfacción propia, como por ejemplo tener una certificación de buceo, realizar un viaje o cualquier otra actividad; y por último c) Los logros profesionales que persigues. Una vez que hayas enlistado estos propósitos, agrégales un valor estimado en pesos, descubrirás que si quieres dar la vuelta al mundo en 365 días, podrás lograrlo en doce años de ahorrar una séptima parte de tu sueldo; seguro estás pensando – ¡Doce años!- aunque no lo creas, se pasan más rápido de lo que piensas.
Organiza tu ahora
En alguna ocasión un mentor me dio un tip buenísimo, ordena tus actividades diarias en tres categorías: las que te toman tres minutos, las que toman tres horas y aquellas que requieren de tres días. Este ejercicio limpiará tu mente de pendientes y te dejará espacio para mejor disfrutar de la vida, pensar en tus sueños o buscar nuevas formas de ganarte el sustento en algo que te gusta.
Espero que estas breves reflexiones te sirvan para encontrar el rumbo correcto, deseo mucho que así sea, se necesitan personas más enfocadas y felices. ¡Hasta el próximo martes!