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desarrollo profesional
James Hernandez

Formación financiera en etapas primeras de la educación

Cuando veo hacia atrás y pienso en los errores que he cometido financieramente a lo largo de mi vida, me pregunto cuántos de ellos hubiese podido evitar si a temprana edad hubiese recibido clases de educación financiera.

Y es que a mi generación (y muchas de las siguientes), mientras nos hacemos como personas, formamos nuestros conocimientos y valores, no se nos enseña, ni en nuestra casa ni en las aulas escolares acerca de educación financiera, de lo que es un presupuesto, cómo hacerlo, cómo manejar nuestros ingresos y cómo controlar nuestros gastos.

No es sino hasta la universidad, dependiendo de la carrera que uno escoja estudiar (para los que tuvimos la dicha de poder tener una formación profesional) cuando nos hablan de estos temas tan importantes y que formarán parte del resto de nuestras vidas, pero para aquellos que no pudieron acceder a una carrera universitaria o que estuviera relacionada con ‘números’, las finanzas se aprenderán empíricamente y a través de la experiencia que viene dada por muchos errores.

Es por esto que desde hace ya algún tiempo vengo levantando la voz acerca de la importancia de comenzar la educación financiera, como materia obligatoria, en edad escolar. Así como recibimos asignaturas de geografía, de matemáticas, de ciencias, de historia, entre otras, deberíamos recibir clases de finanzas personales en primaria y finanzas empresariales o de emprendimiento en secundaria, de manera que cuando salgamos al ruedo de la vida estemos formados para comenzar nuestros proyectos y no cometamos tantos errores.

A pesar de que la bancarización y la utilización de sus servicios y productos ha venido aumentando con los años, la educación financiera no crece, y es que el avance no es directamente proporcional a la utilización de productos bancarios. ¿Qué hacemos dándole un crédito a una persona que no sabe utilizar el dinero para su emprendimiento? ¿De qué nos sirve que una persona tenga una o varias cuentas bancarias si no sabe hacer un presupuesto familiar y se gasta la mayor parte de sus ingresos en compras innecesarias?

Adicional a esto, la educación financiera será la que acabará con esos viejos mitos donde se endemonia al dinero, ‘los millonarios no van al cielo’, ‘los millonarios son malos’, ‘el dinero es sucio’, ‘si tocas un billete luego lávate las manos’, entre otros muchos que seguramente habremos escuchado de nuestros padres o abuelos y que a pesar de que no los creamos se han quedado en nuestro inconsciente de manera involuntaria.

Educación financiera como modelo de desarrollo para la región

En un informe preparado por la Fundación PwC y la Fundación para la Educación en Contabilidad y Administración de Empresas (Contea) se señala que “La educación económico-financiera permite dotar a los individuos de autonomía e independencia potenciando su autoestima, la ambición y mejorando en consecuencia la inclusión social y calidad de vida de los ciudadanos. La formación financiera se debe ver como una herramienta básica para el progreso y crecimiento inclusivo y económico de los países tanto a nivel individual como empresarial”.

Ya desde antes del año 2011 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) viene trabajando en un plan para la educación financiera en nuestra región, producto del bajo nivel en este sentido y el crecimiento en el uso de productos bancarios, plan que fue revisado y conversado con todos los países de Latinoamérica y cada uno comenzó a adaptar e inclusive a desarrollar su propio plan.

Según el Informe de la OCDE, en México, se creó en el 2011 el Comité de Educación Financiera quien desarrolló una estrategia nacional fundamentándose en la necesidad de complementar las iniciativas de inclusión financiera nacionales diseñadas para incrementar la proporción de la población con acceso y uso de los servicios financieros, pero a pesar de los sustanciales resultados obtenidos en términos de acceso y oferta de producto, las autoridades públicas, guiadas por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), advirtieron que las políticas de educación financiera a largo plazo eran necesarias para complementar los esfuerzos y propagar el uso responsable de los servicios financieros.

Según el referido Informe, entre los objetivos de la estrategia nacional mexicana se encontraba el mejor uso del presupuesto personal y del hogar, el aumento de la tasa de ahorro gracias al crecimiento en la utilización de los productos existentes de ahorro formal (incluido el uso de productos de ahorro a largo plazo e inversión), la inclusión de la educación financiera en los colegios y el empoderamiento de los consumidores con el objeto de que estén mejor capacitados al momento de relacionarse con los diferentes proveedores de estos servicios.

Aún así, la Encuesta Nacional de Educación Financiera (ENEF) del año 2018 indica que más del 65% de la población no elabora un presupuesto o no mantiene un registro de ingresos y egresos y además señala que aquellas personas que afirmaron llevar un presupuesto en casi el 60% lo llevan en forma mental. 

En América Latina, sólo cinco países tienen ENEF propiamente descritas: Brasil, Chile, Colombia, México y Perú. En cada una de estas encuestas se han formulado objetivos generales y específicos, que se distinguen principalmente en su enfoque principal. En general las instituciones responsables del desarrollo de las estrategias nacionales son: los bancos centrales, las superintendencias, los ministerios de educación y finanzas/economía, los aseguradores de depósitos y las agencias gubernamentales.

Una buena gestión de las finanzas personales es vital para afianzar la salud económica de la sociedad, existe una correlación entre la formación financiera, el hábito de ahorrar que desarrollan sus ciudadanos y el alejarse de las drogas y las apuestas al afianzarse la conciencia de consumo responsable. Es en la infancia donde se comienzan a cosechar las formas de pensamientos que orientarán el relacionamiento de las personas con su entorno, por lo que se recomienda inculcar hábitos financieros desde el mismo momento en que el niño comprende que toda acción tiene una consecuencia y qué mejor sitio que las instituciones educativas, donde los niños pasan gran parte de su tiempo.

Por James Hernández, presidente y cofundador de Trust Corporate.

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