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Juan Becerril
Juan Becerril

Cuando tú eres el saboteador

“El acto de destruir o dañar algo de manera deliberada con la finalidad de que no trabaje apropiadamente”

En el año 2016 surgió un caso que puso en problemas a una compañía muy reconocida en México: La Costeña. Esta marca se vió inmersa en una desagradable circunstancia en la que presumiblemente algunas personas orinaban en plena línea de producción, situación que fué aclarada y de la cual se escribió oportunamente en Merca2.0 además de realizar una entrevista exclusiva con su director general. 

Posterior a este acontecimiento, podemos decir que las acciones de remediación y la manera frontal de proporcionar información a la opinión pública, contribuyeron a mantener intacta la reputación de esta organización líder en el ramo de alimentos enlatados y cuyos productos incluso se exportan, gozando de tremenda aceptación dentro y fuera del territorio nacional. Sin duda un ejemplo en el manejo de las crisis.

Una acción como la que estos empleados pretendieron realizar, puede ser clasificada como sabotaje pues de acuerdo con el diccionario Merriam-Webster, es “el acto de destruir o dañar algo de manera deliberada con la finalidad de que no trabaje apropiadamente”.

Entre distintos avances tecnológicos, por ejemplo, hay una serie de filtraciones de información impactando las dinámicas financieras de grandes organizaciones y como estos, existen múltiples ejemplos de sabotaje cuya trascendencia pone de manifiesto que ante la falta de ética, no hay controles o filtros infalibles.

En lo anteriormente descrito, la premeditación está presente pues existe esa dosis de conocimiento sobre el impacto de las acciones que están por emprenderse sin embargo ¿se ha puesto a pensar lo que ocurre cuando estas barreras se insertan inconscientemente en procesos de desarrollo o ideación, por citar algunos? ¿Le ha pasado por la mente que uno de los principales saboteadores de su crecimiento personal y profesional podría ser usted mismo?

 

Preguntas clave para identificar el sabotaje

 

Como suele ocurrir con algunas virtudes y defectos, los saboteadores llegan a ubicarse estratégicamente de manera que se convierten en puntos ciegos de nuestro comportamiento y el desafío está en encontrarlos.

Para tal efecto, le recomiendo que identifique sus principales saboteadores a través de un ejercicio gratuito en el sitio Positive Intelligence que está vinculado a un libro del mismo nombre escrito por Shirzad Chamine cuya lectura es el complemento perfecto para redondear esta idea.

Y en vinculación con el AgroMarketing, permítame compartirle algunas relaciones de los sabotajes internos y externos con los aspectos esenciales del negocio en el surco porque es sumamente interesante.

 

1) El cliente como pretexto: Previo a la implementación de una táctica de marca en el campo y a pesar de haber realizado las segmentación correspondiente, recuerdo que tuvimos un debate para definir si era conveniente o no invertir en una pauta publicitaria en el cine de cierta localidad con vocación agrícola y surgieron comentarios tales como “eso no le va a gustar“, “el agricultor no tiene tiempo para ir al cine“ o “eso no es parte de su cultura“. 

No agrega valor decir quién criticaba o quién apoyaba la propuesta, pues el clima era polarizante por decir lo menos, sin embargo el supuesto análisis nos confrontó con nuestras propias creencias ya que mientras que los puntos más relevantes del estudio de mercado mostraban que el agricultor deseaba ser tratado como un ente fuera de la hectárea de trabajo, nosotros insistimos en mantenerlo “encerrado“ en costumbres del pasado que no correspondían a su actualidad. 

 

Pregunta clave: Lo que acreditamos como el pensamiento de los clientes ¿los representa a ellos o a nosotros? 

 

2) Comportamiento transaccional: La primera pieza de comunicación para radio que creamos con un lenguaje más coloquial e incluso con un diálogo simpático entre un padre y su hijo, causó revuelo entre quienes pensaban que lo importante era transmitir la idea del producto, su rendimiento,etc. y no la relación entre los protagonistas de nuestro mercado.

No pretendo posicionar que nosotros estábamos en lo correcto y los que nos rodeaban no entendían, sino lo que quiero compartirle es que pedir un cambio de rumbo en la comunicación de marca debe ir acompañado con acciones que reten el modo tradicional de hacer las cosas.

Movernos de lo transaccional a lo emocional, cambiar el diálogo de características a beneficios, contó con un acuerdo grupal de acompañamiento tanto para los equipos comerciales como para la red de distribución para mantener la disciplina en ese proceso de nuevos términos de comunicación pero vale la pena absolutamente ya que enfocados en el cliente, el esfuerzo se justifica.

 

Pregunta clave: El pensamiento transaccional ¿es parte del negocio o es parte de nosotros? 

 

3) El enemigo soy yo: A la definición del principio de la columna, me gustaría agregar que un proceso de sabotaje involuntario en los negocios no necesariamente reduce el impacto que puede tener, pues si bien es parte de una batalla que se libra de manera silenciosa entre nuestras creencias, nuestros aprendizajes y sobre todo contra el “ruido” interno que nos provoca hacer algo distinto, las consecuencias pueden ser igualmente negativas.

Abandonar el lugar seguro y alejarnos de la fórmula que nos funciona, es un riesgo que es comprensible no querer tomar hasta que analizamos los beneficios que puede traer consigo un cambio de rumbo. 

Por ejemplo, cuando tenemos la oportunidad de ser mentores de los más jóvenes en la organización, cuando lideramos equipos de alto rendimiento o al encabezar proyectos de innovación, le sugiero piense en estas duplas:

 

Proponer debe ser un comportamiento por encima de cuestionar,

Atreverse debe estar antes que retractarse.

– Tener disposición a equivocarse se necesita anteponer a pensar como expertos.

 

Pregunta Clave: ¿No será que me estoy comportando como el jefe que juré no ser?

 

SEMBRANDO REFLEXIÓN

 

“No voy a poder”, “¿y si me equivoco?”, “esto nunca ha funcionado, mejor no le movemos” y otras reflexiones tóxicas son las que nos evitarán alcanzar un estilo de liderazgo más audaz pero enfocado a mejorar la experiencia de nuestros clientes y lo más valioso desde mi experiencia es encontrar la manera de no ser un saboteador ni para nuestro equipo ni para nosotros mismos. ¿De qué preguntas saboteadoras ha sido presa? 

 

Sigamos el diálogo en @soyjuanbecerril en Instagram o Twitter y en mi canal de YouTube HARTO contraste mientras tanto nos leemos en una semana. 

 

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