La frase aplicada ampliamente en el terreno de mercadotecnia “percepción es realidad” pierde significado cuando hablamos de política nacional, terreno en el que la opinión pública está sumamente distorsionada y la imagen de la mayoría de los funcionarios, independientemente de su color, está más que lastimada.

Es un hecho que gran parte de la ciudadanía vive un permanente hastío hacia cualquier cosa que tenga que ver con la clase política y la percepción colectiva está más que influenciada por numerosos eventos de corrupción e impunidad que han marcado la historia moderna.

Sin embargo, resulta interesante voltear a ver casos en los que la influencia de los medios de comunicación, y la idea popular que dicta que ejercer la política es sinónimo del ejercicio de malas prácticas, pesan más que cualquier buena acción.

Navegando por algunos portales de noticias, me llamó la atención la situación de Bárbara Botello, diputada federal por Guanajuato y vicepresidenta de la Cámara de Diputados, quien también fuera la primera alcaldesa en la historia de León. Una funcionaria ampliamente señalada durante su gobierno por banalidades sin sustento, que pudieron más que los resultados obtenidos durante su administración.

La actual legisladora es un ejemplo más de las dificultades que puede llegar a experimentar una mujer que incursiona en un ambiente dominado por hombres y donde reinan las inclinaciones políticas conservadoras. Desde un inicio, el panorama nunca fue fácil para ella: en primera por ser una mujer entre políticos cuyas ideas están fuera del terreno de la igualdad de género y, en segunda, por militar en un partido diferente al que había gobernado la capital mundial del calzado por más de dos décadas.

Botello es un ejemplo de lo difícil que puede ser mantener de manera mediática, y más en el mundo digital, una buena reputación, pues aunque su administración fue notablemente fructífera, los medios de comunicación consignaron más la parte negativa que los detractores de la entonces alcaldesa alimentaron sin fundamentos.

El mandato de la funcionaria es un ejemplo claro en el que bien se puede aplicar la demagógica, pero efectiva frase de “lo bueno no se cuenta, pero cuenta mucho”. Y es que poco se lee en la prensa local de los logros de Botello, a pesar de que siempre obtuvo un limitado presupuesto por parte del gobierno estatal, encabezado por un partido diferente al de su filiación.

Son pocas las notas que destacan, por ejemplo, la construcción de dos escuelas Vanguardia, —las dos mejores primarias públicas, de acuerdo con la SEP—, que beneficiaron a más de 2 mil alumnos, con una inversión de 80 millones de pesos.

Tampoco se le dio gran importancia a la construcción del parque industrial Colinas de León, que significó una generación de entre 15 mil y 20 mil empleos; ni tampoco que se hayan destinado mil 200 millones de pesos para renovación del transporte público, la mayor inversión que ha tenido esa entidad a lo largo de su historia.

En cambio, lo que los medios y las redes sociales destacaron fueron los señalamientos de corrupción y la creación de empresas fantasmas, acusaciones, que por cierto, no dejan de ser catalogados como meros chismes, ya que hasta el momento no existe investigación ni orden judicial alguna que los avalen, a pesar de las más de mil auditorías que se implementaron durante su gestión, y aún después, cuando el gobierno actual gastó 4.2 millones de pesos en auditorías externas, esto de acuerdo con el portal zonafranca.mx.

La mujer que llegó a gobernar uno de los municipios más tradicionalistas del país, rodeada de funcionarios de ultraderecha que hicieron lo posible por sabotear su mandato, es la muestra de que una percepción errónea puede pesar más que las buenas acciones.

También es un claro ejemplo de lo perjudicial que puede ser un mal manejo de crisis mediática, que con una efectiva y oportuna estrategia de mercadotecnia y relaciones públicas, se pudieron haber contrarrestado las acusaciones sin fundamento.