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El portero de un equipo infantil fingió una lesión antes de la final para que pudiera jugar su compañero, que había sido suplente toda la temporada.
Sabiendo que le quedaban pocas semanas de vida y que ya no había nada por hacer para salvarlo, decidió despedirse de su Amstaff enfermo a lo grande: llevarlo a conocer mar. Hay otras historias parecidas.