TodavÃa hace unas décadas se consideraba que los tiempos de entrega de los productos al consumidor final podÃan extenderse basados en un margen de error. Por ejemplo, en los noventa, un restaurante podÃa prometer a un potencial comensal que esperara a ser atendido un lapso de 15 minutos, atendiéndolo en media hora sin que hubiera mayor problema. Lo probable era que el comensal esperase a ser sentado y daba por hecho que los tiempos de espera no eran exactos y que su margen de error era por lo general, amplio.