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Arturo Mora

La libertad de expresión y las marcas

No siempre la libertad de expresión garantiza que lo que se comunica es lo correcto, sobre todo cuando representamos a una marca o a una empresa. Cuando somos la cara de una marca, debemos ser el reflejo de los valores de la misma.

“Libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír”(George Orwell).

“Si no creemos en la libertad de expresión de aquellos que despreciamos, no creemos en ella en absoluto” (Noam Chomsky).

¿Hasta dónde puede llegar esa libertad de expresión que tenemos como un derecho cada uno de nosotros?

La Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948, en su artículo 19 señala:

“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

Eso fue en 1948. Los medios de comunicación masivos como la radio, la prensa y el cine eran los reyes en materia de difusión y las opiniones personales de líderes de opinión se daban a conocer al ritmo, y forma, que cada uno de los medios permitían. Ahora en el 2022, con el uso de las redes sociales, la transmisión de los comentarios de líderes de opinión, hasta en su figura de los ahora llamados “Influencers”, viaja a una velocidad mucho mayor, sirviendo la misma gente como herramienta multiplicadora del mensaje, provocando que la cobertura sea más grande en una menor cantidad de tiempo y con filtros que de cierta manera controlan, pero no regulan.

Por ello, si en este momento alguien dice algo en una de las redes sociales más populares y “levanta un poco de polvo” al inicio, en muy poco tiempo se convierte en una tormenta de arena, no solamente afectando a ese personaje reconocido (y si no lo era, lo convierte en eso) sino también a las marcas o empresas con las que esté relacionado.

Estamos en momentos muy confusos, en los que estamos navegando entre esta libertad de expresión hasta lo agobiante y políticamente correcto donde, debido a los medios y la tecnología disponible y a la globalización, hay que ser muy cuidadosos con los contenidos de nuestros mensajes, tanto comerciales como propagandísticos.

O sea, los tiempos actuales nos garantizan que tenemos un gran privilegio, pero que también hay una gran responsabilidad implícita en el uso de ese derecho de libertad, que muchas veces se llega a confundir en provocación, y ahí es en donde podemos caer en expresiones que dañen uno de los valores más importantes del ser humano: El Respeto.

No, no es una clase de ética en la comunicación. Es un tema que ya está móstrando resultados negativos en los que han querido erigirse como líderes de opinión/influenciadores que han buscado provocar para llamar la atención hacia su misma imagen o sus empresas, ya sea por fines económicos o políticos, sobre todo a partir de la pandemia, que provocó una sobreexplotación del uso de los medios digitales y sus plataformas y que han ayudado a crear sus canales de comunicación personalizados.

¿Cuántos de ustedes, o personas que conocen, han sido bloqueados o cancelados en sus redes sociales por alguna expresión, comentario o imagen que se salía de la norma del medio?

Probablemente no sea alta la incidencia en personas como tu o yo, comunes y corrientes (yo, más corriente y común que tu), pero sí es más frecuente sobre todo en personas que están en búsqueda de popularidad y por ello les interesa lanzar mensajes que provoquen.

He ahí el caso de Kanye West (ahora llamado Ye).

Despúes de hacer polémica por haber subido a su cuenta de Instagram su foto usando una camiseta con la frase “White Lives Matter” (un mensaje de odio usado por supremacistas blancos) y, casi al mismo tiempo, tuitear mensajes con contenido antisemita (amenazando a la comunidad judía, donde aseguraba que estaban “jugando con él” e “intentando excluir a cualquiera que se opusiera a su agenda”), sus cuentas le fueron suspendidas. Por ello, tomó la decisición de comprar Parler (una red social de orientación conservadora, de ultraderecha, y depósito de opiniones preferido por seguidores de Trump y su filosofía) para, según Ye, defender su libertad de expresión sin ser cancelado, y declarando: “En un mundo en el que las opiniones conservadoras se consideran controvertidas, tenemos que asegurarnos de que tenemos derecho a expresarnos libremente”.

Aparte de otras decisiones empresariales un tanto egocéntricas (como haber roto su alianza con Gap hace algunas semanas) ¿Cuál es el resultado comercial de esta decisión?

Adidas terminó su asociación con Kanye West, deteniendo las ventas y producción de la marca Yeezy, asumiendo la marca un golpe de 246 millones de dólares en ventas del cuarto trimestre del año.

De acuerdo a Forbes, Adidas representaba 1.5 mil millones de dólares del patrimonio neto de West y sin el trato, se reduce a 400 millones, incluyendo su catálogo de música, bienes raíces, efectivo y su participación en la compañía de fajas Skism, de su ex Kim Kardashian. Forbes dijo que ya no lo incluirá en su lista de multimillonarios.

Balenciaga rompe su relacion comercial con Ye en la colaboración que tenían con Yeezy Gap.
Creative Artists Agency, la reconocida agencia de talentos, dejó de considerar a Kanye como su cliente.

El tackle defensivo de los Rams Aaron Donald y el jugador de los Celtics Jaylen Brown, que condenó sus muestras de odio y antisemitismo, rescindieron su contrato con Donda Sports, la agencia de manejo de imagen propiedad de Ye.

MRC, el estudio de TV, cine y documentales de entretenimiento independiente, retiró y archivó un documental completo sobre el rapero. Los productores dijeron que no podían “apoyar ningún contenido que amplifique su plataforma”.

¿Qué nos deja como lección el caso de Kanye a los que estamos dentro del ámbito de la mercadotecnia y la publicidad?

1.- Debemos tener muy claros los valores de las empresas y marcas que representamos.

2.- Aquellos personajes que tenemos como nuestros socios comerciales y voceros deben ser coherentes con nuestros valores y comunicar en el mismo sentido.

3.- No siempre el personaje más “popular” es el adecuado (Aunque tenga muchos seguidores en las redes, pero con cerebro de chorlito).

4.- Que el que crea que “la mala publicidad es buena publicidad” es un imbécil (Perdón por hacer uso de mi libertad de expresión).

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