Nada me dio mÔs gusto el pasado domingo que encontrarme con el anuncio de que ya estaba disponible la temporada número tres de The Crown, la serie biogrÔfica de la Reina Isabel ll y la familia real.
Una majestuosaĀ producción que cuenta con la dirección de Peter Morgan.Ā Sin duda vale la pena verla estimados lectoresĀ ya que cada minuto que le invertirĆ”n para verla les dejarĆ” grandes lecciones. AnalicĆ©mosla desde el punto de vista de la comunicación polĆtica.
La serie cuenta en esta edición con nuevos rostros que sustituyen a Claire Foy (la Reina Isabel en su juventud) yĀ aĀ Matt Smith (Felipe de Edimburgo), los cuales realizaron un impresionante trabajo en las temporadas uno y dos. AparecenĀ para la tercera temprada con igualĀ fuerzaĀ interpretativa , Olivia Colman y TobĆas Menzies que son apoyados por la singular Helena Boham Carter como la princesa Margarita y Jason Watkins, como el primer ministro, Harold Wilson,Ā representando ahora alĀ partido laborista al ganar las elecciones en 1964.
Es Ć©ste,Ā un nuevo enfoque que le permite a la monarquĆaĀ convivir con un gobierno liberal que siempreĀ ha tenido sus resabios con la realeza.
La trama, ( no pretendo spoilear la serie) es sumamente atractiva, perfectamente actuada y narra acontecimientos históricos de la postguerra de Inglaterra y muestra a una Reina Isabel ll mÔs humana y a una familia real con problemÔticas que atender como cualquier familia.
Cada episodio, estĆ” construido alrededor de un incidente histórico que le es importante a la familia real. Las emociones, gestiones de crisis,Ā el diseƱo de polĆticas pĆŗblicas ad hoc a la Ć©poca y estilos de gobierno,Ā estĆ”n presentes en la serie y nos muestran metodologĆas que bien pudieran funcionar en tiempos actuales.
El perĆodo que abarca en esta temporada estĆ” comprendido entre 1964 y 1977, que estĆ” marcado por cambios de gobierno y crisis financieras. Se observaĀ tambiĆ©n,Ā que la alianza Inglaterra-Estados Unidos opera desde esos tiempos con buenos resultados.
A los que somos sĆŗbditos de The Crown y analistas de la polĆtica internacional, encontramos en la serie,Ā apasionantes reuniones del gabinete laborista del primer ministro en turno Wilson, en dónde se toman decisiones que no sonĀ del agrado de la Reina pero que al final, terminaĀ aceptandoĀ en bien de la democracia y la constitución. Grandes lecciones para varios paĆsesĀ se pueden tomar de esto a lo largo de los 10 capĆtulos que en verdad nos parecen muy pocos ante tanto portento enĀ su narración.
Coincido con el PaĆs, diario espaƱol, cuando cita que la serie ĀØlogra que la reina y la institución que representa dejan de ser un souvenir de porcelana para ser vistos como heroicos supervivientesĀØ
The Crown debe estudiarse tambiĆ©n como un ejercicio propagandĆstico, tal vez el mĆ”s efectivo del siglo que vivimos dado que la figura de Isabel ll deja atrĆ”s la imagen de una reina carente deĀ operación polĆtica y ausente en laĀ toma de decisiones sociales. Por el contrario, cada una de sus decisiones, producto de la enseƱanzas de su gran mentor Winston Churchill,Ā la acercan con su pueblo y le proporcionan el respeto que hasta ahora tiene.
¿ Qué tenemos ahora?
SerĆa deseable contar con mĆ”s producciones como ĀØLa CoronaĀØ que ademĆ”s de ser educativas, entretienen y muestran metodologĆas de gabinetes polĆticos que nos permite comparar estrategias y diseƱos de polĆticas pĆŗblicas.
Nos encontraremos mƔs adelante.