En el restaurante donde solían reunirse algunos soldados con sus familias y corresponsales internacionales que dan cobertura a la guerra entre Rusia y Ucrania, en la ciudad de Kramatorsk, que está a cuarenta kilómetros del frente, convivía animadamente Victoria Amelia con algunos colegas.
La joven escritora ucraniana investigaba los crímenes de esta guerra que ya se ha prolongado por más de 480 días. Esa jornada, fungía como anfitriona de un grupo de escritores colombianos que habían asistido primero a Kiev para presentar una novela publicada en ucraniano, cuando de pronto, un misil tipo ISKANDER, destruyó el lugar y con él, la vida de esta reconocida escritora que ha conmocionado al orbe.
¿Qué representa este lamentable hecho para la comunicación y la literatura en el mundo?…
Sin duda, una mayor solidaridad del gremio, una más fuerte asonada contra Putin y una mayor intensidad en la cobertura del conflicto tratando que todos los detalles de la guerra sean conocidos por un mayor número de personas.
El periodismo afortunadamente es un oficio que nunca desaparecerá, pues, aunque el mundo evolucione, la tecnología aporte nuevas herramientas que simplifiquen las tareas y el nuevo paradigma sea la digitalidad, siempre habrá historias que contar y estas deben ser generadas por profesionales de la comunicación que crean en la verdad, se comprometan con ella y que basen su actuación en los valores éticos para difundirlas.
El periodista de nuestros días es un hábil profesional que transmite información a través de sus diferentes géneros; es un conocedor de las redes sociales; de la estructuración de datos con hechos verídicos de interés general, que sabe que conllevan ciertas dosis de ideología política y aspectos económico-sociales.
En consecuencia, la noticia debe transmitir hechos reales no desinformar y mucho menos tergiversar, lo cual representa todo un reto en zonas de conflicto similares a los lugares en donde operaba Victoria.
El mayor talento de un narrador y en el caso de análisis de esta semana, la narradora la talentosa ucraniana, sabía dar relevancia a lo que contaba y ahora a sus treinta y siete años, se convertirá de facto en un ícono para el gremio periodístico y un símbolo de libertad.
Afirma Bobette Buster, que todas las historias tratan sobre la transformación. “Lo sepamos o no, contemos lo que contemos, lo que compartimos con la opinión pública es siempre un momento umbral”. “Es un cruce vital, un punto de inflexión, una bifurcación del camino que llega al letrero que contiene la palabra transformación”.
En su último año de vida, Amelina había dejado sus trabajos de ficción y estaba dedicada a la tarea de documentar con detalle los crímenes de guerra cometidos por los rusos agresores en esta cruenta guerra que ahora no parece tener fin por más cabilderos que tratan de acercarse a Vladimir Putin para disuadirlo de acabarla.
El frente ruso tiene ahora más opositores que no portan armas si no ideas, un periodismo objetivo y la firma convicción de transmitir la verdad.
Nos encontraremos más adelante.
Federico Torres López.