Se reforma para mejorar. Esto debe ser el objetivo de cualquier cambio. Modificas algo para volverlo eficiente, abatir costos, mejorar procesos, modernizar y sobre todo, si hablamos de modificaciones del ámbito político que afecten a los ciudadanos, se reforma para proporcionar políticas públicas atractivas y sustentables.
¿Es este el caso de la reforma electoral que llevará a cabo el gobierno de México misma que la Presidenta ha encargado para su ejecución a Pablo Gómez, un político de experiencia y emanado de los partidos de la izquierda mexicana.?
El contexto actual nos marca como prioridad una agenda económica. La lluvia de aranceles nos tiene entretenidos y preocupados. Las empresas y el gobierno no atinan a frenar del todo este alud de porcentajes que amenazan con llevarnos a niveles más bajos de la recesión que ya vivimos.
Parafraseando al maestro Enrique Quintana, ¨la historia está llena de gobiernos que creyeron blindarse con leyes y reformas pero muchos olvidan que la economía es un juez implacable que dicta la última sentencia.
Las políticas económicas le dan sustento a las del orden político.
De tal suerte que llevar a cabo una reforma electoral que impactará a los partidos políticos de lleno, no representa una urgencia y sus costos pueden ser altos pues se vislumbra una reforma de largo plazo que por ahora solo garantiza la hegemonía del partido en el poder.
¿Es esto un proceso democrático?…
Veamos a manera de ejemplo, lo que han hecho otros países con sus reformas político- electorales.
Chile, presenta una similitud con lo que desea hacer México, llevar a cabo foros y mecanismos de participación ciudadana pero la diferencia es que los chilenos tuvieron un proceso plenamente vinculante a través de una convención constituyente electa, en tanto que aquí, la comisión es consultiva y el congreso mantiene el control final.
Francia por su parte, llevó a cabo un debate público previo pero limitado a ciertos temas como el umbral para la representación y la paridad de género. Los franceses tuvieron una consulta más técnica y parlamentaria con menor participación ciudadana.
En la India, durante sus reformas 2016 y 2023, se utilizaron comisiones especiales permanentes para recibir aportaciones de partidos, ONG y expertos, aspecto muy similar a México, pero con la diferencia de que allá el proceso es continuo y gradual; no se plantea como una reforma única, se realizan ajustes regulares. Aquí, la lección que nos dejan es que las reformas escalonadas permiten adaptarse a cambios sociales y tecnológicos sin romper el consenso político.
Finalmente Sudáfrica celebró una amplia consulta pública que incluyó rondas presenciales en provincias y plataformas digitales pero la gran diferencia con nuestro país es que su reforma fue impulsada por una orden judicial para así garantizar la representación de los independientes y no fue esta, una iniciativa presidencial.
El éxito de todo proceso, debate y reforma se basa en la construcción de consensos multipartidistas que integre las posturas de todos antes de presentar una iniciativa formal.
Entre más amplia resulte la consulta, mayor impacto tendrá la modificación.
La reforma debe ser percibida como un acto genuino y no solo formal, es decir técnico, que beneficie solo a una parte de los actores políticos participantes.
La participación en la reforma debe ser real y vinculante en la práctica, no solo testimonial.
En este debate caben todos incluyendo a los partidos minoritarios y grupos cívicos que legitimen el proceso.
Por último, y no menos importante, se debe dar transparencia a los resultados como una una tarea insoslayable pues se debe explicar cómo las propuestas influyeron en el texto final.
Hagamos lo mejor, por el bien de México.
Nos encontraremos más adelante.
Federico Torres López.