La propaganda política con sistema y propósito, data de los tiempos de la Alemania Nazi en donde operó con fuerza y determinación para impulsar los planes de dominio de Europa por parte de Hitler y que fue orquestada por su ministro para la ilustración pública y propaganda para el tercer Reich entre 1933 y 1945, Joseph Goebbels y que produjo para los alemanes alta notoriedad.
En nuestros tiempos, la herramienta del arte de la divulgación, no se limita solo para los conflictos bélicos si no que actúa en la narrativa internacional para mostrar fortaleza o liderazgo moral, como es el caso de Donald Trump que ha intensificado su relato como líder de la paz entre Rusia y Ucrania, celebrando reuniones cumbre con los líderes inmersos en el conflicto con el propósito de convertirse en candidato al Premio Nobel de la Paz.
Su cabildeo no para en Kiev y Moscú. Los estrategas de la Casa Blanca han circulado entre los medios de comunicación internacionales una lista que contempla siete conflictos bélicos que han sido resueltos por la mediación norteamericana entre los que se encuentran Armenia vs. Azerbaiyán; República Democrática del Congo vs Ruanda; Israel vs Irán; India vs Pakistán; Camboya vs Tailandia; Egipto vs Etiopía y Serbia vs Kosovo, para demostrar los dotes de pacifistas de Trump y su espíritu constructor de relaciones internacionales.
Como puede apreciarse, Trump tiene toda una estrategia basada en las dos herramientas citadas para convertir cada cumbre o discurso en un reflector mediático de largo alcance que manda la señal para erigirse como * el pacificador en jefe.*
A manera de ejemplo, que ilustra el tema en comento, tomemos el caso de Sir Winston Churchill, el legendario primer ministro inglés, que durante la segunda guerra mundial utilizó la retórica y el simbolismo como propaganda diplomática. Sus discursos fueron verdaderas armas políticas que arengaron a su pueblo y retaron a sus aliados para comprometerse con todo en la guerra contra los alemanes.
Charles de Gaulle, el Presidente Francés, utilizó una mezcla de diplomacia y propaganda para reconstruir la imagen de Francia después de la misma guerra.
Un ejemplo más, —pero más actual,– Xi Jinping, el líder chino, utilizó la nueva ruta de la seda para convertir proyectos económicos en instrumentos propagandísticos de poder blando y expansión diplomática.
La historia no se equivoca y podríamos seguir citando más ejemplos que nos indican que diplomacia y propaganda funcionan con efectividad pero baste decir ahora que mientras la propaganda puede fungir como el escenario, la diplomacia es el guion y el estadista en cuestión, es el actor que busca proyección.
Existen cuatro claves para entender por qué los líderes utilizan la propaganda en la diplomacia.
- Visibilidad Global, en donde sin propaganda, la diplomacia queda en lo técnico y opaco.
- La presión interna, para mostrar a los ciudadanos que el líder defiende al país.
- La agenda personal que es utilizada por los estadistas para pasar a la historia como símbolos y no tanto como gobernantes administrativos.
- La competencia narrativa en donde no gana siempre el más fuerte, sino el que logra imponer su narrativa.
Propaganda, que significa ¨lo que debe ser difundido¨, nació en un contexto religioso y después pasó al terreno político y social en donde se ha mantenido formando parte de la estrategia de comunicación política de casi todos los gobiernos bien estructurados. Un consejo para concluir: Tenemos que tener cuidado al utilizar la propaganda para no darle connotaciones que oscilen entre la persuasión legítima y la manipulación.
Nos encontraremos más adelante.
Federico Torres López.