El 29 de agosto se celebrará por 13ª. ocasión el Día Mundial del Videojuego o Día del Gamer. Se espera que millones de aficionados, seguidores y apasionados de los videojuegos naveguen también en ese día en las plataformas que existen a través de la red, sobre todo en estos momentos en que la población mundial debe permanecer en casa debido a la pandemia.
Hasta hace unos años, los amantes de los videojuegos eran considerados unos freaks, pero en la actualidad rara es la casa que no tiene al menos una consola de una de las tres grandes marcas legendarias: Nintendo, Play Station y XBOX.
Los videojuegos se han convertido en una forma de vida, y ahora con las tecnologías móviles el mercado de los videojuegos se ha expandido aún más. Son una herramienta lúdica que con el transcurrir de los años y gracias a las nuevas tecnologías, se han expandido en forma vertiginosa y han pasado a ser una de las principales formas de entretenimiento que utilizan las personas, ya sea en sus hogares o en su tiempo de ocio.
Ha sido tal el boom de los videojuegos, que ha venido para quedarse y hoy hay millones de aficionados a esta práctica, que han dejado de lado otras maneras más tradicionales de entretenerse como por ejemplo los juegos de mesa.
Pasan los años y cada vez más son miles las personas que día a día se vuelven verdaderas fanáticas de los videojuegos y a los cuales se puede acceder a través de las múltiples plataformas que hoy existen.
Los videojuegos ya forman parte de la cultura mundial. Son muchos los países que han hecho de esta forma de entretenimiento un verdadero negocio, que para sus dueños es verdaderamente prometedor en cuanto a los ingresos debido a la demanda de millones de personas que se han vuelto verdaderos fanáticos de esta original y adictiva manera de pasar el tiempo.
A nivel mundial, los videojuegos han sido causantes de un gran fanatismo, que cada día gana más adeptos y donde las nuevas tecnologías cumplen un papel fundamental. Ya muchos expertos en los temas sociales dicen que los videojuegos se han transformado en un estilo de vida, que influyen de manera directa en muchos roles que el hombre desempeña diariamente como el trabajo, la educación, la vida social, entre otros.
Sin embargo, no todo es alegría y diversión en el mundo de los videojuegos. Una investigación realizada por Mireya Ríos, del Instituto Tecnológico de Parral, arrojó que los adolescentes fanáticos de los juegos de video tienen problemas para dejar de jugar, por lo que se considera que los videojuegos son dañinos ya que se convierte en una adicción y rutina de su vida diaria. “Los chicos que juegan con videojuegos tienen problemas reales al punto de ser considerados enfermizos o perder la nación de la realidad, además de afectar su desempeño en la vida escolar, social, familiar y psicológica”, dice la investigadora. Los juegos de video son para entretener, “pero no pueden convertirse en un modo de vida que causen problemas en la vida diaria y en el desarrollo social de los adolescentes”, agrega.
Datos recientes de la Asociación Española de Videojuegos (AEVI) revelan que el 80 % de los menores de entre 6 y 10 años son jugadores, casi el mismo porcentaje (78 %) en el caso de los adolescentes de entre 11 y 14 años. Ambos rangos de edad suponen el 19 % de los jugadores en el país (16,8 millones).
Algunos estudios neurológicos han demostrado que jugar a videojuegos de manera continuada, sin llegar a la adicción, mejora las capacidades cognitivas del cerebro. Hasta ahora, estudios como el de la Universidad Internacional de Texas A&M, señalan que mejoran la atención y memoria visuales y también se ha demostrado que pueden mejorar la flexibilidad cognitiva y la velocidad de decisión.
Los videojuegos son también un reflejo, cada vez más fiel, de la sociedad, y en la actualidad están introduciendo nuevas temáticas e incluyendo personajes que representan colectivos que antes se encontraban marginados en el sector, que no tenían representación en los mismos.
No obstante, según la Organización Mundial de la Salud, el uso de videojuegos con carácter adictivo se considera un trastorno. Así, lo sufren aquellas personas que presentan “un patrón de comportamiento de juego persistente o recurrente que puede ser en línea o fuera de línea”. Los síntomas se manifiestan por el “deterioro en el control sobre el juego”, el “incremento de la prioridad dada al juego”, que llega a anteponerse a “otros intereses y actividades de la vida diaria”, y a la “continuación o incremento de juego a pesar de que tenga consecuencias negativas”.
