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Carlos Bonilla

Hipersexualización infantil y publicidad

Los niños tienen libre acceso a dispositivos electrónicos sin la supervisión de los padres. No tienen la madurez necesaria para procesar la información que reciben. 

El constante ataque mediático vía la publicidad contribuye en gran medida a sexualizar a los pequeños. Desde principios de esta década surgieron  expresiones, posturas y códigos de vestimenta para infantes, que por ser prematuros definieron el concepto hipersexualización.

Los niños aprenden a formarse como personas mediante la imitación. Por lo tanto, es esencial que tengan a su disposición modelos a imitar que no promuevan o faciliten la sexualización en edades tempranas.

En el año 2001 la asociación inglesa Mother’s Union publicó un informe en el que por primera vez se definió la sexualización infantil como “la sexualización de las expresiones, posturas o códigos de vestimenta en niños y niñas menores de edad”. También denunció la utilización y sexualización de menores en publicidad, considerándola “sumamente peligrosa para el desarrollo de los niños”.

Los niños tienen libre acceso a dispositivos electrónicos sin la supervisión de los padres. No tienen la madurez necesaria para procesar la información que reciben.

A nivel general, la sexualización o hipersexualización se basa en otorgar un valor social a la persona,  el cual va en relación con nivel de deseo sexual que esta despierte. Ello significa que a una persona considerada como sexualmente deseable o atractiva se le atribuye directamente un mayor valor o prestigio social que una que no.

Por desgracia, este fenómeno se observa cada vez más y más en niñas y niños de edades tempranas. La Asociación Americana de Psicología (APA) denunció esta propensión a hipersexualizar a los menores en un documento publicado en el año 2007. En él se advertía de los riesgos de esta sexualización infantil, la cual traslada el nocivo mensaje: a mayor nivel de erotismo, mayores beneficios y éxito social.

Es común ver casos en los que los niños y niñas integran como propios una serie de patrones de comportamiento y valores personales que no se ajustan a su rango de edad, los cuales tienden a representar una falsa madurez y a priorizar el aspecto físico y la atracción por delante de todo.

Aunque la hipersexualización puede verse reflejada tanto en niños como en niñas, esta tiende a afectar más a estas últimas. En los últimos años se ha podido observar un incremento de la sexualización infantil femenina. Ejemplo de ello son las numerosas campañas publicitarias, los concursos de belleza infantiles o los centros de belleza para niñas.

Aunque ya en 1955 Nabokov conmocionó a la sociedad con su novela Lolita, los concursos de belleza infantiles tan afamados en los Estados Unidos, la publicidad, los medios, la música o la reciente moda de los centros de estética para niños y niñas han generado en los últimos años una corriente imparable de sexualización de la infancia.

Isabel Rovira Salvador, en su blog divulgativo Sexplícitamente Hablando, dice que esta tendencia puede acarrear gran número de consecuencias y efectos indeseados tanto en el plano social como a nivel individual en cada niño y niña. Asegura que “los principales aspectos que se ven afectados por la sexualización son tanto la imagen personal como la autoestima de los menores. Durante estas etapas, los niños y niñas forjan su identidad personal y desarrollan el amor propio.

Cuando este desarrollo se ve condicionado por lo valores y tendencias de la sociedad, como pasa en este caso con la sexualización infantil, los niños tienden a apreciarse y a otorgarse un valor específico según su atractivo físico. El cual es comparado con la idea que transmiten los medios de lo que es socialmente deseable o hermoso. Como consecuencia, la autoestima se forja con base en ideas superficiales, temporales e irrealizables; formando personas inseguras, con una baja autoestima, frágiles y muy susceptibles a la opinión ajena. Además -agrega- los intentos constantes por conseguir el aspecto ideal en relación con lo socialmente aceptado, genera unos niveles de frustración tan altos que pueden llegar a desencadenar alteraciones psicológicas como los trastornos de la alimentación y los trastornos dismórficos corporales”.

Además, de las consecuencias directas de la sexualización infantil, existen otros peligro que, a pesar de que no se dan en el 100%, están siempre presentes.

El primer riesgo de todos, el cual puede tener un gran impacto en el desarrollo de la identidad y la personalidad de los menores es la transición demasiado precoz a la vida adulta. Los menores adoptan una serie de roles para los que no están preparados psicológicamente y no son capaces de comprender realmente.

Esta precocidad afecta directamente a la autoestima de los menores, los cuales pueden llegar a convertirse en adultos inseguros, manipulables y susceptibles. Además, al centrarse tanto en el aspecto físico, el resto de ámbitos relacionados con el desarrollo de la identidad quedan apartados, creando también adultos crónicamente inmaduros.

Raquel Orozco, académica de la Facultad de Psicología UNAM, dice que “la publicidad de juguetes, películas, videojuegos, videos musicales y moda dirigida a los niños contribuye a generar una hipersexualización cada vez más temprana en la infancia, en especial en las niñas de entre 5 y 9 años,

Además, promueve el erotismo prematuro de las niñas, que constantemente son bombardeadas con modelos de éxito social debido a sus atributos físicos, dijo la especialista. “Esto las expone a comportamientos sexuales patológicos, pues visten con ropa inadecuada, se maquillan y usan tacones”, explicó.

La hipersexualización exalta la sexualidad de los pequeños, al ser presentados como miniadultos.

Orozco dijo que este proceso “es innatural e insano para su desarrollo” ya que puede afectar su salud mental y psicológica, además de propiciar a más corta edad ansiedad, depresión, insatisfacción corporal y trastornos alimentarios como anorexia y bulimia.  Explicó que los adultos también promueven esta conducta, “porque regalamos muñecas a las niñas, lo cual exalta un ideal estético femenino”.

Además, los infantes “tienen libre acceso a dispositivos electrónicos sin la supervisión de sus padres, cuando carecen de la madurez física y psicológica para procesar la información que reciben y que contribuye a acelerar su transición hacia la adolescencia”, dijo Orozco.

Como ejemplo, la especialista en psicobiología y neurociencias de la conducta destacó que “un sector importante de la población infantil escucha reggaetón, cuyas letras e imágenes en videos tienen alto contenido sexual y de violencia”.

Por todo lo anterior, es importante estar al pendiente que los juguetes, películas, música, videojuegos y películas tengan el contenido adecuado para los menores. Por cierto, como tip,  Kiddle es un buscador de Google que muestra únicamente contenido apropiado para niños.

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