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Alvaro Rattinger

Haz patria y despide a un millennial

Por Alvaro Rattinger
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twitter @varu28

Basta de prejuicios, el mundo parece tener menos auto control, probablemente sea un fenómeno de la madurez (o la falta de…), pero cada vez me sorprendo más de lo fácil que se ha vuelto decir lo que se piensa sin mayor consecuencia. Justo ayer leía a Donald Trump decir “adoro a la gente con poca educación” hace algunos años jamás habríamos escuchado a un político decir eso. En nuestra industria las cosas parecen ir en el mismo sentido en especial en el mercado laboral. La furia contra los millennials va en aumento, cada vez que escucho a alguien hablar de rotación de personal este segmento de la población parece ser el responsable. Al discutir esta columna con una compañera de trabajo llegó al extremo de comentarme que siente una discriminación hace los millennials.

Antes de que el título genere más confusión aclaro mi posición, los millennials no son el problema, siempre ha existido la falta de compromiso en las empresas. La primera vez que tuve la responsabilidad de contratar a una persona fue un fracaso. El candidato —al que afortunadamente no recuerdo— después de un par de horas de trabajo se presentó frente a mi escritorio y dijo “me acaban de hablar de otro trabajo y ya me voy”. Les aseguro que no era millennial, era un tipo sin compromiso, así de simple.

Esta semana platicaba con una alta directiva de finanzas de una gran empresa en México y me decía que a una entrevista 5 de 5 candidatos de universidades privadas faltaron. Lo asombroso es que el sueldo de entrada estaba por encima del mercado. Sobra decir que la culpabilidad se asignó de nuevo a estos jóvenes y no al proceso de selección.

No hay presunción de inocencia

Me preocupa estar envueltos en un círculo vicioso muy dañino para la industria. Es cierto, los millennials tienen muchos problemas, son una generación que creció bajo el esquema de motivación constante y eso los hace muy difíciles de entrenar, también es cierto que es una generalización por lo que no podría aplicar a todos. La probable responsabilidad está en algunos departamentos de recursos humanos que hacen un mal trabajo de selección de candidatos. Se supone incorrectamente que un candidato que responde a un oferta en Facebook es el ideal. Por ejemplo, hace muchos años tuvimos un robo en la oficina y como era de esperarse fuimos visitados por la unidad de investigaciones de la PGR. Lo primero que me preguntaron fue “¿usas el periódico para hacer las contrataciones?”, la pregunta tiene mucho peso e implica que nuestro proceso podría no ser un filtro real. Lo mismo sucede con el reclutamiento en redes sociales, tristemente no hay un proceso real de selección.

Esta semana tuve una plática con una “reclutadora de recursos humanos” de una editorial en México, al preguntarle sobre su proceso casi me da un infarto. Palabras más, palabras menos “escojo personas en LinkedIn que tengan el puesto deseado y mando emails para que llenen una forma por último los cito en la oficina para hacer una oferta”  ¿Dónde quedó la selección? ¿Nos podemos sorprender de la rotación en marketing cuando la práctica es convertir a usuarios de LinkedIn en miembros del equipo? No se trata de falta de compromiso de los candidatos ni siquiera es de los millennials, el problema es la mala selección de miembros del equipo y malas condiciones laborales.

Poco ruido y más nueces

Los esfuerzos de permanencia en las empresas están mal enfocados. No se trata de convertir la oficina en un espacio de juego, tampoco es una perrera ni mucho menos un bar. Esas prácticas sólo hacen el problema más grave. La oficina debe ser un espacio interesante, de motivación y gratificante. Eso no implica que necesariamente todos los que pasen por la puerta lo consideren así. Enfoquemos nuestro tiempo en crear esos espacios de manera honesta y transparente, en lo personal creo que no se trata de ser el mejor, nadie está obligado a ser el número uno. Nuestro deber es levantarnos cada día con la firme convicción de que debemos pelear por ese primer lugar. La trampa de ser el mejor es que sólo hay una persona en la cima y eso hace que muchos dejen de esforzarse. Es claro que si eres una empresa pequeña no podrás dar las prestaciones de una firma internacional, pero eso no te libra de la responsabilidad de intentar. Se trata de ser el mejor de tu cuadra, después de la colonia, ciudad, estado, país y al final el mundo entero. No olvidemos para llegar a la cima sólo se necesita poner un pie frente al otro de manera incansable.

Tal vez el problema no son los millenials, tal vez somos nosotros.

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