El 23 de junio del 2016, David Cameron, el primer ministro inglés en turno, se despertó seguro de que ese domingo sus conciudadanos responderían con un NO ante la pregunta que les cuestionaba, ¿quieren dejar de pertenecer a la Unión Europea?
La respuesta le sorprendió a él y al mundo entero, luego renunció.
El fenómeno de cabildeo ciudadano tomó el nombre de BREXIT, aludiendo a las tres primeras letras de Britain (Gran Bretaña) y exit (salida), mismo que hasta el momento no ha reflejado una salida que le genere bienestar al imperio.
El mundo dejó de lado la práctica de la globalización y voltea al trabajo por bloques y regiones; en este sentido, la pertenencia a una coalición tan poderosa como la Unión Europea fue ante los ojos de los ingleses una mala apreciación, una lectura equivocada de la geopolítica que hoy les cobra factura.
De lo anterior, para muestra basta un botón: el centro financiero mundial en el que estaba convertida la isla, se desdibujó y sus dos principales aliados, Alemania y Francia, dolidos por la decisión, apuraron a Teresa May y después a Boris Johnson, a que abandonaran pronto a la Unión, para ellos fue algo parecido a un divorcio político.
Han pasado casi siete años y, dos de cada tres ciudadanos ingleses, respaldarían un nuevo referéndum que pudiera organizarse en los próximos años y un tercio de los que en aquel año decidieron salirse desean estrechar lazos con el continente.
El mundo ya pasó por una pandemia, contempla una guerra y se prepara para una recesión simultánea llamada así porque China, Estados Unidos y la propia Unión Europea, están ralentizando sus economías y bajo este contexto, es que un 65% de los entrevistados por una consultora que trabaja para el diario The Independent, SAVANTA, estarían de acuerdo en repetir la consulta.
Un 22 por ciento de los participantes podrían estar en condiciones de votar YA.
Sin duda, las consecuencias de esta decisión han sido negativas y una de éstas se observa en la pérdida de estudiantes que provenían de países que regularmente iban a Inglaterra a estudiar situándose hoy en un 40%. En independencia de lo anterior, ahora se tiene más burocracia, escasez de alimentos y caos en el transporte.
De todo este análisis, lo importante a conocer es saber qué piensa Rishi Sunak, el actual primer ministro inglés que se ha dedicado a defender el Brexit desde el principio y que ha destacado que “la separación y la libertad” de la que gozan ahora, aún no explosiona en toda su magnitud. Habrá que preguntarle al ministro para cuando espera que lo anterior ocurra.
En tanto la oposición, liderada por Keir Starmer, sostiene que “hay argumentos para poner en marcha un Brexit mejor y lograr que finalmente funcione ante la UE”, dado que el actual no está marchando adecuadamente.
La salida de la UE, les habría costado a los ingleses poco más de 45 mil millones de euros en impuestos sin recaudar, cantidad equiparable con lo que Sunak se vio obligado a subir para calmar el pánico en los mercados por la rebaja que Liz Truss realizó y que provocó su salida.
La crisis inflacionaria ha complicado más el panorama de una de las economías más sólidas en el mundo. Veamos qué le depara a Inglaterra en el 2023 este pensamiento que empieza a tomar forma para regresar a la UE.
Nos encontraremos más adelante.