La participación es uno de los puntos más importantes en la víspera de las elecciones del 2 de junio. Los sondeos muestran que el interés entre los jóvenes a este respecto es muy bajo a pesar del gran peso específico que tendrá este sector en el resultado de los comicios. La pregunta es ¿por qué los jóvenes están desvinculados de la política?

Loa jóvenes prefirieren marchar en pro de la igualdad de género o en defensa de los derechos de las mujeres, pero -por ejemplo- fue preponderante la asistencia de adultos y de adultos mayores en la concentración en apoyo a la democracia. Ello también ocurre en los mítines de los candidatos. La política no es lo suyo.

“No creemos en ello, por desgracia”, “nuestras expectativas están por encima de eso”, “no creemos en las palabras, sino en los hechos”, “llevan años prometiéndonos cosas y, francamente, no hemos visto nada” son respuestas que con frecuencia dan los jóvenes a la pregunta del por qué no se interesan en la política”. Algunos otros reclaman que los discursos y las propuestas de los candidatos no se refieren a los asuntos que a ellos les interesan.

El sociólogo e historiador Marc Lazar, profesor de Historia y Sociología Política afirma que estamos en una realidad en la que políticos y jóvenes ya no se entienden. “Vemos claramente que tienen una serie de preocupaciones muy importantes. En primer lugar, el medio ambiente. El 90 por ciento considera que es un asunto muy importante. También están muy movilizados en cuestiones relacionadas con el hambre en el mundo, y con la violencia contra las mujeres. Son temas que realmente les preocupan, pero no se ven realmente en la oferta política, en los partidos políticos”, sentencia Lazar.

Otro factor que contribuye para el abstencionismo es una brecha generacional significativa entre los candidatos y los jóvenes. Según un estudio de la Fundación Jean-Jaurès, sólo poco más de la mitad de los jóvenes entre 18 y 24 años dicen estar “seguros” de ir a votar, frente al 80 por ciento de los mayores de 70 años.

Según el estudio “Apatía, desmotivación, desinterés, desgana y falta de participación en adolescentes mexicanos, realizada por el Consejo Nacional para la Enseñanza en Investigación en Psicología A.C., los adolescentes prefieren no participar en la política, en la dinámica familiar, en los quehaceres domésticos, la escuela, las actividades físicas y religiosas, porque consideran que no redituarán algo a su vida, tanto en lo biológico (sobrevivir), como psicosociocultural (ser más y mejores que otros y que sí mismos). Estos indicadores entrañan riesgo. Además, se reprime en ellos “la posibilidad de desarrollar sus potencialidades, lo cual podría llevarlos a no vivir con base en su ser en el hacer, donde se es lo que se hace y se hace lo que se es, sin contradicción, con gusto y sin quejas”.

Se encontró que, en general, las áreas que más producen apatía son las relacionadas con la convivencia, las labores escolares, las labores domésticas, la actividad física, la desilusión, las agresiones, el ocio, la injusticia, la frustración y la inseguridad.

Los jóvenes se enfocan en lo que puede favorecer o entorpecer su libertad. Consideran que algunos tipos de convivencia son una pérdida de tiempo que no les reporta algún beneficio. Al respecto, Greer considera que la dinámica social actual, en la que se observa una importante carencia de límites sociales, una confusa demarcación de las normas y un incorrecto control de la conducta de los hijos, lleva a los jóvenes a una desvalorización de sus esfuerzos y al desprecio hacia sus progenitores y otras figuras de autoridad.

En México hay más de ocho millones de jóvenes que no estudian ni trabajan, ni generan beneficio alguno a la sociedad, lo que implica un desperdicio de recursos humanos, así como insatisfacción e inseguridad personal en ellos que pueden conducir a que pierdan un sano sentido de vida. Ello genera falta de interés, desilusión, inseguridad y sensación de que las cosas no resultan como desean. Los expertos afirman que el adolescente lucha contra numerosas limitaciones personales que suponen una amenaza a la tradición en cuanto que tratan de evitar la que consideran represión al ser inducidos a hacer lo que deben más que lo que quieren, situación que los lleva más a la frustración y a la apatía que a mostrar interés. La frustración aparece cuando el individuo constata que sus deseos y proyectos no se cumplen o que no van a cumplirse, lo que frecuentemente deriva en la apatía. De continuar reiteradamente este proceso de frustración-apatía, surge la desesperanza porque se atribuyen a causas incontrolables los acontecimientos vitales negativos, pudiendo incluso acercarse a la depresión.