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El buen comunicador es el que sabe escuchar

Expertos en recursos humanos estiman que más de 80% de las personas que fracasan en su trabajo deben su falta de éxito a su incapacidad para relacionarse con la gente

La mayoría de las personas dice conceder gran importancia a la comunicación efectiva, pero pocas hacen esfuerzos sistemáticos para lograrla.

Un estudio del Carnegie Institute of Technology (validado por otros estudios complementarios) demostró que el éxito financiero o profesional de las personas se debe sólo en 15% a sus habilidades técnicas, y en 85% a sus habilidades para interactuar con otros. Más aún, los expertos en recursos humanos estiman que más de 80% de las personas que fracasan en su trabajo deben su falta de éxito a su incapacidad para relacionarse con la gente.

Una de las habilidades comunicativas a las que pocos conceden atención e importancia en el contexto de la efectividad de la comunicación es el saber escuchar. Parece paradójico afirmar que para iniciar una buena comunicación primero hay que quedarse callado.

Saber escuchar es un arte. Muchos consideran que no es una habilidad que puede desarrollarse. Creen que es una habilidad natural. Alguien dijo al respecto: “Es algo con lo que nacemos”. He aquí algunas recomendaciones para ser mejores comunicadores a partir de escuchar a nuestro interlocutor.

Aprenda a escuchar. En esta forma podrá recibir ideas valiosas de sus interlocutores. A veces sólo dejamos que la persona con quien “conversamos” hable, mientras nosotros preparamos lo que tenemos que decirle, pero no estamos escuchando lo que quiere o tiene que decirnos. Escuchar le permitirá conocer lo que sus interlocutores piensan, necesitan, quieren y esperan. Diversos estudios demuestran que los buenos escuchadores son promovidos más frecuentemente que quienes no han desarrollado esta habilidad.

Comunicarse no significa llenar con palabras cada momento. A veces el silencio dice más que las palabras. Escuche lo que otros dicen. Saber escuchar habla de quién es usted, qué es usted y dónde está usted.

Escuchar significa darse tiempo para asimilar lo que otros quieren decirnos. Los buenos escuchas aprecian el poder del silencio y se han preparado para sentirse a gusto con las pausas y con los momentos sin palabras que se dan naturalmente en una conversación. Charles DeGaulle decía: “El silencio es la última arma del poder”. Aprenda a aprovechar el silencio. Usted puede hacer que la gente sienta que ha sido escuchada y con ello conseguir que su interlocutor también lo escuche. Escuchar le permite verificar la eficacia de su comunicación, para que si no fue comprendido pueda intentarlo de nuevo, con un mejor conocimiento de su interlocutor.

Hay que escuchar con todos nuestros sentidos: oído, tacto, olfato, vista y gusto. Concentre todos sus sentidos en escuchar las palabras de su interlocutor. No distraiga alguno de ellos en el proceso (por ejemplo, tocando algo, desviando la vista o mascando chicle); así captará mejor los mensajes.

Tome su tiempo para escuchar los mensajes completos. Algunas personas tienen el mal hábito de aprovechar las pausas en el hablar de su interlocutor para pronunciar una frase que finaliza la conversación. Otro mal hábito es estar ansioso por expresar sus puntos de vista en lugar de concentrarse en escuchar a su interlocutor. Si no escucha usted la totalidad de los mensajes, corre el riesgo de no comprender cabalmente las ideas que quieren transmitirle, con lo cual la conclusión a la que llegue puede ser errónea.

Verifique si comprendió la idea expresada por su interlocutor ofreciéndole un ejemplo paralelo o parafraseando su mensaje: “Lo que tú quieres decirme es que…”. Cuando se trate de un mensaje con contenido emocional, puede expresar algo como “debes haberte sentido muy mal…”.
Evite responder a provocaciones o críticas. En lugar de eso explique a la persona por qué cree que está equivocada. Pero primero verifique si entendió el fondo del mensaje que la persona quiso transmitir.

Indique que está comprendiendo el mensaje y que desea que la conversación continúe, pronunciando frases como “bueno”, “ya veo”, “¿y luego?”. Refuerce estos mensajes con lenguaje no verbal (asintiendo con la cabeza, abriendo más los ojos, etcétera).

Haga preguntas a su interlocutor como “¿por qué?”, “¿cómo?” Estas preguntas revelan su interés y permiten a su interlocutor conocer en cuáles temas necesita usted más información. Preguntar le permite llevar el control de la conversación o cambiar el ritmo de una discusión.

El hábito de escuchar a la gente es una característica del liderazgo. Los líderes ponen atención, ya que al escuchar le dicen a la gente: “Tú eres inteligente y tienes cosas importantes que decir”. Así es como reciben las mejores ideas.

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