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David León

Del cáncer, a nadar 210 km sin parar

El ejemplo de Sarah es arrasador y nos invita a fijar metas extraordinarias y en la misma medida, trabajar para conquistarlas.

Es impresionante la gran dificultad que tiene consigo un deporte como el nado en aguas abiertas, en el cual el nadador surca con sus brazadas, lagos, lagunas, ríos y mares. Cualquier cuerpo de agua tiene su complejidad, pero sin demeritar a los demás, el mar me parece el entorno más complejo para la realización de este deporte. Para nadar en mar, se requieren enormes atributos, entre los cuales destaco el arrojo y la valentía, en principio. Un volumen inmenso de agua salada caracterizado por corrientes, temperaturas, viento, profundidades, flora y fauna, tránsito de embarcaciones, luz solar, obscuridad de la noche, entre muchos otros elementos en los cuales el nadador emprende una labor titánica, construida brazada a brazada y patada a patada para llegar a la meta.

Con toda mi solidaridad y mi respeto considero que, enfrentar una enfermedad como el cáncer, debe requerir también un enorme arrojo y valentía, además de muchos otros atributos indispensables para vencerle. 

Día con día me sorprendo más y más de la gran capacidad física y mental que tenemos los seres humanos. Historias de lucha y tenacidad se vuelven virales, y seguro estoy de la existencia de una inmensa mayoría de relatos encarnados por mujeres y hombres que son tan o más significativos y permanecen siendo conocidos únicamente por unos cuantos.

Hoy intento compartirte mi reflexión en torno a una mujer tremendamente inspiradora; su nombre es Sarah Thomas. Nació en los Estados Unidos en 1982 y es una mujer tremendamente poderosa física y mentalmente. Su tenacidad, disciplina, sacrificio y trabajo le han permitido imponer cualquier cantidad de retos en aguas abiertas, siendo el más significativo de ellos, el cruce cuádruple al Canal de la Mancha. El cruce en cuestión tiene una longitud de 33.5 kilómetros, que si lo multiplicamos por cuatro, representa una distancia de 130 kilómetros. Para conquistar la hazaña, la protagonista nadó aproximadamente 210 kilómetros a consecuencia de los cambios de rumbo que le provocaron las condiciones del agua, en un tiempo de 54 horas y 10 minutos. Habiendo nadado más de dos días y sus noches sin descanso, en absoluta soledad, en condiciones realmente extremas, me lleva a cuestionarme, qué no podría lograr Sarah si se lo propone. 

Los récords impuestos y metas conseguidas por ella son incontables y cada una se encuentra construida con base en disciplina y constancia; sin embargo, me atrevo a decir que una de las más significativas es la de haber sobrevivido al cáncer y después de ello, seguir enfrentando la naturaleza en cada uno de sus cruces.

El ejemplo de Sarah es arrasador y nos invita a fijar metas extraordinarias y en la misma medida, trabajar para conquistarlas.

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