Probablemente cuando se piensa en democracia una de las primeras palabras que se viene a la mente es: elecciones; un análisis un poco más profundo podría agregar “libres y justas”. Pero cuando se toma en cuenta la experiencia de varios países, incluyendo México, otra conclusión válida es que las elecciones son una de las armas que utilizan las personas y regímenes autoritarios.
Nuestro país conoce mucho de eso con los 70 años de democracia priista. Pero si vamos a casos extremos, tenemos a Cuba una nación donde hay elecciones, pero en las que participa un solo partido. ¿Es eso democracia? Seguramente su respuesta fue no.
La democracia no se basa simplemente en el hecho de que haya elecciones, o de que se promueva la participación popular. El sistema democrático tiene otro pilar fundamental como lo es la existencia de tres poderes dentro del Estado y la separación de los mismos. Este principio está plasmado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el artículo 49: “El Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial. No podrán reunirse dos o más de estos Poderes en una sola persona o corporación (…)”, indica nuestra Carta Magna.
¿Y por qué traigo el tema? En los últimos días, tras el revés sufrido por el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y su plan de Reforma Electoral, ha salido a la luz una propuesta para que los ministros de la instancia judicial sean elegidos por voto popular.
El presidente de la mesa directiva del Senado, Alejandro Armenta Mier, ya elevó a comisiones del poder legislativo la propuesta. La misma busca que sean sometidos a votación popular los ministros de la Corte; del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con sus cinco salas regionales, los Tribunales Colegiados de Circuito, los Tribunales Colegiados de Apelación y los Juzgados de Distrito.
Uno de los argumentos que esgrime Armenta es que con la evolución del sistema político se ha fomentado la participación ciudadana. Visto así, todo suena muy bien. El único detalle que dejan de lado los voceros de Morena es ¿cómo no se convertiría esa elección en una contienda partidista?
Los partidos políticos son las instancias que cuentan con la infraestructura de promoción y movilización ante unos comicios. Así como hace 40 años el partido dominante era el PRI, hoy lo es Morena. Y así como hace 40 años las elecciones se decantaban a favor del Revolucionario Institucional, al menos en el corto plazo, lo más probable es que los de Regeneración Nacional salgan airosos.
Esto estaría dejando en manos de un solo partido todos los poderes del Estado (ya controlan el Ejecutivo y Legislativo), lo cual no es sólo un atentado contra la Constitución actual, sino también un grave retroceso en nuestra historia.
Proponer que el Poder Judicial sea elegido por los ciudadanos es un acto de demagogia, propia de actores autoritarios para los que la separación de poderes no es más que letra muerta para su sistema de gobierno.
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