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Vivimos hiperconectados y mucho más después de dos años de pandemia que convirtieron a los dispositivos y plataformas en aliados del encierro. Sin embargo, cada vez son más quienes limitan su consumo en pos de un uso más conciente.
El recordado hashtag #YesWeCan supo conquistar cifras que para ese momento eran impensadas, pero uno de los grandes logros de esa campaña de Barack Obama fue el de abrir la puerta a una nueva lógica en los escenarios políticos: el uso de las redes sociales como parte de la dinámica integral de una campaña política.
Como muchos de ustedes que están leyendo esto, soy de la generación del zapping. Así que apenas llegó Netflix migre hacia el espacio donde podía ver y elegir a la carta, sin interrupciones. Su aparición cambió la forma en que veíamos la TV y fue pionera en la idea de una red global de televisión.
Hoy vivimos en tiempos en los que las conclusiones que hacemos muchas veces se basan en lecturas y análisis snack de lo que está sucediendo realmente. Nuestra confianza o no, en lo que leemos y escuchamos, no viene dada tanto por el contenido del mensaje en sí mismo o los argumentos que lo avalan o desestiman, sino en función de la afinidad con quién lo emite y nuestras propias creencias, transformándonos así en jueces de los acontecimientos.
Según el Consejo de Autoregulación Publicitaria argentino, CONARP, influencer es la persona que crea contenido relevante para su comunidad influyendo en ellos dado “el grado de involucramiento, fidelización y compromiso que genera”. En esa línea, las marcas los contratan y en el marco de ese vínculo, si existiera un acuerdo monetario, la actividad será considerada como publicidad y deberá cumplir normas para su implementación responsable.
Más allá de las clásicas acciones de prensa, las Relaciones Públicas encuentran en las noticias una vía más para posicionar sus esfuerzos de comunicación: el newsjacking. La técnica de saber aprovechar, en real time, las oportunidades y el impacto que generan las noticias o eventos.
Las celebridades constantemente se ven expuestas a que se viralice su intimidad lo que las obliga, a su vez, a estar pendientes de su imagen y reputación, sobre todo cuando de preservar las oportunidades laborales se trata. Una figura puede aumentar la notoriedad de una marca, pero muchas veces una mala reacción o un mal comportamiento puede hacerle perder contratos millonarios y más aún, destruir la reputación de esa marca.
Aproximadamente, las mujeres representan la mitad de la población mundial y, según el estudio Meaningful Women 2030 de Havas Group España, más del 80 por ciento participan de las decisiones de compra. Solo con esta información y sin profundizar mucho más, no sorprende que las mujeres sean target para más de una campaña de comunicación, especialmente por estas fechas. Pero más allá de eso, es interesante poner el foco en cómo comunican las marcas al respecto.
Hoy los consumidores observan cada vez con mayor atención lo que dicen y hacen las empresas. Y no se limitan a mirar, opinan y se expresan retirando su apoyo a las marcas a través de un boicot en redes, o incluso dejando de consumirlas. Esto quedó más que claro con la guera Rusia-Ucrania que puso sobre la mesa la oportunidad para que las marcas lideren con autenticidad, tomen posición y alineen sus promesas con sus acciones.
Cuando varios hechos en simultáneo logran transformar hábitos de consumo y, por consecuencia necesidades de producción, se genera un cambio. Y eso está sucediendo con los medios de comunicación.