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Arturo Mora

¿Qué está pasando con la televisión en México?

¿Qué es lo que está pasando con el público mexicano y su comportamiento con los medios? En específico, con uno de ellos y que se considera, hasta ahora, como el Rey de los medios para entretenimiento e información entre las opciones que tenemos de forma tradicional y masiva. La televisión.

¿Qué es lo que está pasando con el público mexicano y su comportamiento con los medios? En específico, con uno de ellos y que se considera, hasta ahora, como el Rey de los medios para entretenimiento e información entre las opciones que tenemos de forma tradicional y masiva. La televisión.

Se nota que actualmente muchas personas están adoptando otras formas de entretenimiento en cuanto a los medios, y el avance del internet y su uso en los diferentes gadgets disponibles están sustituyendo al medio.

El consumidor de medios mexicano está moviéndose a la misma velocidad que otros en diferentes partes del mundo, porque ahora a diferencia de hace algunos años, estamos consumiendo los mismos contenidos que surgen en otros mercados diferentes al nuestro con mayor facilidad y acceso. Sobre todo los que provienen de nuestro vecino del norte.

No sabría decirles si el consumidor de medios mexicano se está haciendo más exigente en cuanto al contenido que quiere recibir, pero de lo que si estoy seguro es que ya no se pueden esperar los mismos resultados de algo que hace años tuvo éxito. Ni los medios ni los gustos son lo mismo de hace unos pocos años y no lo serán, ni siquiera, dentro de 3 meses.

Lo que se creía como una fórmula exitosa para la televisión ahora parece que no se repite. El fenómeno del reality show se ha transformado desde sus orígenes y queda claro que, aunque vivamos y consumamos en medios casi lo mismo que en otros países, eso no quiere decir que se obtengan los mismos resultados.

Un ejemplo de esto es lo que está sucediendo con Big Brother, un programa que en Estados Unidos o en España ya lleva varias temporadas con éxito, a diferencia de nuestro país.

Desde hace unos días se ha estado hablando mucho sobre el impacto (o no impacto) de Big Brother en México. Un programa que ya hace algunos años había funcionado y era un tema del que se hablaba en todas partes.

Para esta nueva emisión parece que había arrancado bien a medias. En el estreno registró 8.7 puntos de rating (en el 2002 tuvo 25) con 13.3 de share y menos de 2 millones de espectadores, bajando al siguiente día, de acuerdo a una nota de Rafael Martínez, de Grupo Fórmula.

Parece ser entonces que el morbo que había provocado el “Boom” de este programa anteriormente, no se está repitiendo en esta ocasión.

¿Será que los contenidos interesantes para la gente se están mudando hacia otros medios como el internet?

¿Será que la gente prefiere ahora asomarse por la ventana de un reality diferente por televisión cerrada con un tono más vulgar como Acapulco Shore o que les interese más ver una anestésica conversación entre dos hermanas Kardashian?

Las miradas están dirigiéndose hacia contenidos que fabrican figuras mediáticas “casposas” o “chafas” y que las van haciendo cada vez más y más grandes, haciendo que aparezcan por todas partes. Inclusive ellas mismas, por supuesto con un equipo detrás, son sus mejores “publicistas/relacionistas públicas” a través del manejo de su imagen en las redes.

La gente las sigue y replica sus mensajes para que sean repetidos una y otra vez. Un claro ejemplo de esto es el lugar que ocupa la imagen de las “famosas Kardashians”.

En la celebración de los primeros 5 años de Instagram, tres de las fotos más famosas en esta red social pertenecen a 3 de estas “finas” hermanitas. O sea, mucha gente las sigue, ¿porqué? No lo se. Es un caso para “La Araña” (Si nunca leyeron a “La Pequeña Lulú”, lo que acabo de decirles no tiene sentido, soy un ruco que leía comics de Editorial Novaro, ni modo).

Las marcas se van dando cuenta de que el público se dirige hacia los medios digitales y con contenidos más hechos a sus medida, o sea, en donde les entregan lo que pide la gente. El medio ya no impone que la gente se siente en su sofá a una hora determinada para que vean el programa de TV. La gente ve lo que quiere y cuando quiere, ya no cuando se lo impongan.

Y lo más grave. Parece que la televisión ya no recibe actualmente las grandes inversiones de las marcas como hace algunos años.

El consumo bajo demanda, el uso de los gadgets y el streaming está otorgándole el reinado que está dejando la televisión tradicional a lo que ahora se puede ver por internet (como Netflix).

Me causa mucha curiosidad el futuro inmediato en cuanto a dónde se dirigirá la mayoría de la inversión publicitaria.

No se si de plano al mediano o corto plazo le darán la extremaunción a la TV tradicional o si el medio se transformará, adaptándose a los tiempos y a las nuevas costumbres del usuario, para reclamar su trono, renaciendo entre las cenizas, como el Ave Fénix, con mejores contenidos que puedan competirle a las nuevos medios. O de plano, renacerá como un viejo buitre, con una imagen “muy digital y muy HD”, pero aun recetándonos “Sabadazos” y “Kardashians”. Ya veremos.

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