La llegada de la inteligencia artificial ha generado un debate constante sobre la calidad del contenido y la capacidad de los usuarios para detectar material falso. Esta semana, las búsquedas en internet sobre un video de una orca que supuestamente mata a su entrenadora tomaron por sorpresa a usuarios y medios de comunicación. Varios medios tuvieron que salir a desmentirlo y, además, aprovechar para educar a la audiencia sobre cómo identificar videos falsos de este tipo. Ciertamente, este tipo de contenido solo tenderá a crecer, y pensar que únicamente estará relacionado con eventos de gran magnitud es un error. El video de la “orca asesina” lo demuestra: no se necesita una carrera presidencial o un acontecimiento global para captar la atención masiva del público.
Resulta interesante comparar este caso con una producción real de 2021, creada por Maxi Jonas, un fotógrafo apasionado por las ballenas, quien logró capturar un video hipnótico de una ballena y un surfista. Ambos videos retratan a las ballenas, pero desde perspectivas diametralmente opuestas: uno, de manera amable y poética; el otro, como un animal que busca su libertad a toda costa. Aunque la comunicación persigue el mismo objetivo —generar interés y emoción—, los caminos creativos y el impacto emocional que producen son completamente diferentes.
Estos dos ejemplos reflejan los retos actuales en la era digital. La inteligencia artificial nos brinda herramientas poderosas para generar ideas y conceptos complejos de forma convincente, pero el video de Jonas demuestra algo más profundo: un contenido real, captado en el momento preciso, tiene un valor emocional y narrativo difícil de igualar. Es probable que el video de Jonas inspire más producciones creadas con IA, pero la autenticidad del original siempre tendrá un peso desmedido en la percepción del público. Aquí surge una pregunta esencial para mercadólogos, empresarios y directores de marketing: ¿qué valoramos más, una idea original, inspiradora y real, o una simulación bien lograda de lo anterior? Aunque en muchos casos la IA es el camino más rápido y eficiente para promover ideas creativas, la originalidad y la veracidad mantienen una ventaja competitiva clara frente al consumidor.
Creo que hoy hice el mejor video con drone de ballenas de mi vida. pic.twitter.com/hBUiTWWDL6
— maxi jonas (@maxijonas) September 1, 2021
El interés masivo por confirmar la veracidad del video de la orca es prueba de que el público quiere consumir contenido auténtico. Para una marca, una idea original ejecutada con inteligencia artificial puede atraer miradas, pero si es realmente espectacular, inevitablemente despertará la duda sobre su autenticidad. Y si se confirma que fue generada íntegramente con IA, el riesgo es que esto erosione la credibilidad de la marca.

La confianza del consumidor en la inteligencia artificial es un factor crítico que condiciona la recepción de cualquier campaña o contenido. En 2025, solo el 46% de los encuestados en el Statista Consumer Survey a nivel global afirmó estar dispuesto a confiar en la IA, con diferencias notables según el contexto: la confianza aumenta al 52% en el caso de IA aplicada a la salud, pero desciende al 44% en IA generativa y al 42% en recursos humanos. Las variaciones geográficas también son significativas: en Nigeria (79%) e India (76%) la aceptación es alta, mientras que en Japón (28%) y Finlandia (25%) predomina la desconfianza. Incluso cuando el resultado proviene de un sistema de IA, el trabajo humano sigue siendo más valorado, y la confianza crece cuando existe colaboración entre humanos y máquinas. Esto deja claro que, para las marcas, la clave no es únicamente producir contenido impactante con IA, sino construir estrategias que fortalezcan su autenticidad y muestren participación humana.
Estamos en un momento crucial, en el que los primeros contenidos virales creados con IA están llegando de forma masiva al mercado. Este fenómeno no solo desafía a las marcas, sino también a creadores de contenido e influencers. La autenticidad debe ir más allá de la ideación asistida por inteligencia artificial: el consumidor moderno premia la honestidad y la conexión genuina. Todos sabemos que la “foto perfecta” de unas vacaciones puede lograrse con cualquier teléfono, pero hoy los usuarios valoran más la transparencia y la realidad de un destino turístico. Nos encontramos frente a una etapa en la que la idealización excesiva, el maquillaje digital y la creación completamente artificial ya no son recibidos con el mismo entusiasmo, y difícilmente pasarán desapercibidos. El futuro de la comunicación de marca estará marcado por la capacidad de combinar innovación tecnológica con verdad, emoción y humanidad, porque es en esa intersección donde se construye la confianza y se gana la lealtad del consumidor.