Actualmente la mayoría de los productos existentes en el mercado tienen una marca. Ya sea lo más minúsculo o insignificante que pudiera ser el producto. Muchos podrán recordar que hace muchos años era extraño que artículos de a vida diaria como los huevos, la carne, los clavos, la fruta o algunos otros productos tuvieran marca. Si ponemos atención a nuestro alrededor es casi imposible encontrar algo en el mercado que no tenga una marca definida.
Y ¿Qué vemos en una marca? Como consumidores vemos en una marca “algo” que nos identifica, es decir, ya sea porque nos satisface una necesidad específica, o porque nos llama la atención por algo que nos relaciona a esa marca. Una marca no es en sí solo el producto o el servicio por sí mismo. Una marca es un conjunto de atributos que pueden ser tangibles e intangibles y con los cuales como consumidores nos identificamos cuando decimos adquirirlos o usarlos.
Lo que vemos en una marca es una parte de nuestra propia personalidad, y de alguna forma nos vemos reflejado en esos atributos tanto intangible como tangibles que forman parte de la marca, nos sentimos de alguna manera atraídos o relacionado con lo que la marca nos ofrece, ya sea porque nos resuelve algo, nos gusta o simplemente nos sentimos bien con usarla.
Por otro lado, las marcas que conocemos y las que no conocemos no se construyen de la noche a la mañana. Para que una marca sea parte de la vida cotidiana de nosotros como consumidores, requiere de tiempo, constancia coherencia y sobre todo una conexión auténtica y honesta con sus consumidores. Aquellas marcas que han perdurado en el tiempo, no son solo aquellas que ofrecen calidad o buen servicio, sino que a lo largo de los años generan vínculos emocionales con sus consumidores. Esos vínculos, muchas veces trascienden del producto en sí mismo y se convierten en parte de nuestro día a día.
Podemos pensar en marcas que nos acompañado a lo largo de los años. Seguramente algunas son recuerdos de la infancia, aromas conocidos o momentos especiales compartidos con familia o con amigos o que incluso forman parte de una época o experiencia especial. Estas marcas han logrado formar parte de nuestra historia personal y cuando las vemos, las usamos o las sentimos pueden hacernos sentir “algo” especial lo cual es justamente el valor intangible que una marca exitosa quiere cultivar.
En conclusión, lo que vemos en una marca va mucho más allá de su nombre en sí. Podemos ver una historia, un momento, una promesa. Vemos y sentimos una conexión con esa marca y cuando la conexión es auténtica puede influir en nuestras decisiones y acompañarnos en los momentos más cotidianos o más especiales de nuestra vida