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Alvaro Rattinger

5 acciones que seguramente están destruyendo tu carrera

El objetivo de toda profesión es tener éxito dentro de una industria, no se estudia una carrera con el fin de pasar inadvertido por tus pares. El concepto de éxito es sumamente personal, para algunos es ayudar a terceros, para otros es la riqueza.

El objetivo de toda profesión es tener éxito dentro de una industria, no se estudia una carrera con el fin de pasar inadvertido por tus pares. El concepto de éxito es sumamente personal, para algunos es ayudar a terceros, para otros es la riqueza. Posiciones respetables en todos lo casos; sin embargo, muchas veces y a pesar de nuestras mejores intenciones somos nosotros los enemigos más grandes del avance profesional.

Quien viva libre de culpa que tire la primera piedra. Toda hemos incurrido en algún momento u otro en malas prácticas para nuestra carrera, el reto está en identificar esas actitudes y tratar de rectificar lo antes posible.

Falta de compromiso crónico

Un trabajo se compone de pequeños compromisos. Todos los días aceptamos tareas diminutas de parte de nuestro entorno, cumplir dichos acuerdos establecerá el tono de nuestra imagen profesional. Llegar a tiempo a junta o enviar el email acordado nos distinguirá de nuestros competidores dentro de la empresa y nos ubicará en una mejor posición frente al cliente.
Utilizar un cuaderno para cumplir las tareas a las que nos comprometimos durante el día es una gran táctica para mejorar dentro de nuestra empresa. Muchas veces se piensa que son las tareas grandes las que nos distinguen, la entrega a tiempo de un proyecto siempre es buena noticia pero son las pequeñas acciones las que construyen la imagen. En reputación profesional no sólo se trata de cruzar la meta primero, se trata de saber llegar con una imagen positiva.

Evitar hablar en público

A nadie le gusta hablar en público, así de simple. Es una posición incómoda por naturaleza, estar frente a varios centenares de personas que miran tus acciones y escuchan tus palabras es antinatural. Sin embargo, no hay mejor manera de avanzar profesionalmente que promover tu imagen y mensaje frente a un auditorio, es la oportunidad de promover tus habilidades. Aprovechen al máximo las oportunidades de hablar en público, es interesante buscar activamente este tipo de compromisos. Si sufres de pánico escénico comienza por inscribirte en un curso de oratoria y debate, la mejora se consigue con la práctica. Los más grandes líderes de la historia han sido oradores de primer nivel desde Abraham Lincoln y Winston Churchill hasta Steve Jobs.

Poca atención en tu imagen personal

Hace algún tiempo compartí escenario con un gurú de la tecnología que impartió su presentación en mezclilla y una camisa de algodón. En lo personal no le dediqué un segundo al tema, imaginé que lo mismo sucedería con la audiencia. Para mi sorpresa más de una persona se acercó para decirme que demostraba poco respeto a los asistentes. No creo en ir por la vida vestido de manera formal, pero hay límites y ocasiones. Considero que los mercadólogos queremos destacar y en ese sentido pecamos de estridentes ya que en el trabajo de oficina siempre cae bien cuidar tu imagen. Mis mejores presentaciones y oportunidades se han presentado por vestirme un poco mejor de lo requerido, muchos criticarán mi posición pero la experiencia me ha demostrado que es preferible ser la persona mejor vestida de un evento que la peor.

Estar enamorado de tu voz

Un ejecutivo exitoso es seguro de si mismo. Dudar en el momento clave te hará perder más de una oportunidad. Sin embargo, hay extremos peligrosos. Una de las primeras cosas que se aprenden en la calle es que es muy fácil perder una venta por no callarse. Es importante escuchar a tu cliente y aprender de sus palabras. El trabajo de un líder no siempre es gritar desde una colina al estilo braveheart. Un líder escucha, así se detectan puertas abiertas. Existe más conocimiento colectivo de lo que se admite. Ejercita tu silencio, es un arma poderosa, en muchos sentidos más fuerte que tu voz.

No dar las gracias

En un mundo excesivamente enfocado en el amor propio se ha perdido la noción de la gratitud. Cada reunión con un cliente, colega o amigo debería ser acompañada por un mensaje de agradecimiento. No hay excusas, un whatsapp o email es suficiente, “muchas gracias por tu tiempo” Lo mismo sucede al salir de un empleo, les impresionaría el número de personas que van y vienen en un trabajo sin despedirse. No se trata de pleitesía en exceso, el objetivo es construir una imagen positiva a través de pequeñas atenciones. Un efecto secundario sumamente lamentable de las redes sociales es lo acostumbrados que estamos a no contestar. Lo entiendo, es imposible responder todos los tweets o mensajes de Facebook pero por lo menos haz un esfuerzo.

Es interesante observar que la mayoría de las cosas que dañan tu carrera son precisamente las que tu madre te rogaba evitar. Se demuestra que la sabiduría maternal no debe subestimarse.

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