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José Manuel de Santiago Rivas

Un valuador de clase media ¿Cómo clasificarías la casa en la que habitas?

Al momento de responder a esta cuestión en repetidas ocasiones escuchamos la frase: “Mi casa es clase media”,  esta percepción sobre del lugar que habitamos serpentea por distintas aristas, una de estas tendrá que ver con los lugares que hemos ocupado en el pasado, y mediante esta experiencia vamos construyendo una idea al respecto.

De inicio relacionamos cada lugar por su tamaño y espacios habitables, otra idea podría ser el tipo de materiales y acabados, un criterio más, tiene que ver con el “estado deseado”, este se empotra  en  buena dosis a la subjetividad del entorno y la propia expectativa. Los profesionales de valuación se enfrentan prácticamente a diario con esta disyuntiva al realizar un dictamen valuatorio, las primeras impresiones siempre cuentan, solo que, en este caso el resultado se sujeta a las periferias de la objetividad mediante el uso de procedimientos técnicos.

El profesor Héctor Zagal en su ensayo; “Catar: el poder de la evocación”, hace una cita del filósofo “George Berkeley” en la que este pensador Ingles plantea que, “vivimos encerrados en nuestra subjetividad, condenados a permanecer en la cárcel de nuestro yo, como autistas”. A esta corriente filosófica se le conoce como solipsismo.

Pudiese ser una especie de hábito el no comprometerse al momento de opinar. Recuerdo que en la clase de educación física de la primaria, se acostumbraba jugar la famosa cascarita y el profesor con un afán democrático nos preguntaba. ¿Qué posición jugaba cada quien? Y la mayoría decía ser “mediocampista”, pocos se definían como atacantes o defensores, hoy esto lo atribuyo a la idea de que en la media cancha se corren pocos riesgos, no cargas con la responsabilidad de anotar el gol ganador y mucho menos exponerte en la defensa a un error y ser la causa de una derrota, de esta afirmación no tengo sustento alguno, tan solo mis recuerdos. La verdad es, que ya en el fragor de los partidos y la temporada, cada quien se asienta en el lugar más adecuado en relación a sus características.

Quizá la discusión en redes sobre la importancia de la llamada “clase media” tendría que ver con este tema, ¿quién la conforma y qué características la configuran? Un concepto que en sí mismo resulta complejo cardinalizar. Según datos obtenidos del informe “Medición de la pobreza serie 2008-2018” publicado el 5 de agosto 2019 por la CONEVAL, la ponderación de pobreza en el país resultó de la siguiente manera.

  • Población en situación de pobreza moderada 34.5%
  • Población en situación de pobreza extrema 7.4%
  • Población vulnerable por carencias sociales 29.3%
  • Población vulnerable por ingresos 6.9%
  • Población no pobre y no vulnerable 21.9%

Observando los datos, la distinción de lo que es “clase media” no salta a primera vista,  incluso ni siquiera existe de forma literal, de ahí que determinarla dependerá de otras metodologías y contextos, así como con quién se nos compare y con qué indicadores se contrasten los datos. Para algunas agencias dedicadas a estos menesteres se puede clasificar una familia como   “C+” (clase media alta) teniendo un jefe de familia con educación de bachillerato, una casa con dos baños con regadera, un automóvil, tener servicio de internet, dos habitaciones, y con que al menos una persona cuente con trabajo formal.

Tal vez las definiciones de “percepción y expectativa”,  en ambos casos sobrevuelan espacios tan cercanos que algunos de sus rasgos se confunden a la vista. Este roce figurado entre  dos conceptos intangibles  parecerían recorrer rutas paralelas, pero de ningún modo surcarán en simultáneo. La expectativa yace en un futuro dinámico y la percepción en un presente instantáneo. La primera es más bien la construcción de una idea respecto de  algo, sea este un deseo o una elección, por tanto se condiciona a un futuro inexistente. En el caso de la percepción, es una respuesta que requiere inmediatez y solucionarla es una sumatoria de pretéritos. Una época en la cual los comparables abundan; solo la elección adecuada de con quién nos comparamos podría construir resultados cercanos a la objetividad, que paradójicamente seguirá siendo subjetiva todas las veces. Las probabilidades en este país de encontrarse inmerso entre “pobre y vulnerable” son de 7 por cada 10 según CONEVAL. Un dato que por momentos ensombrece mis intenciones de ser un profesional de “clase media”, sin embargo, serlo o no, parecería cuestión de optimismo o pesimismo.

https://www.inegi.org.mx/app/tabulados/interactivos/?pxq=Vivienda_Vivienda

En México existen 35.156 millones de viviendas datos de INEGI

https://www.coneval.org.mx/Medicion/PublishingImages/Pobreza

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