En la semana leí el comentario de un directivo de la industria farmacéutica donde preguntaba: “¿Tenemos a la Cofepris que merecemos?”, interrogante surgida a partir de las declaraciones del titular de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) José Alonso Novelo Baeza, quien afirmó que “en México no está garantizada la producción de medicamentos de calidad, seguridad y eficacia”, lo cual, desde su perspectiva, garantizaría la importación de fármacos aunque no contaran con control sanitario.

En la columna anterior hablábamos sobre el decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el pasado 28 de enero, el cual permite la importación de medicamentos sin que necesariamente esté avalada su seguridad ni eficacia, como ha admitido la misma Organización Mundial de la Salud (OMS).

Sin duda, el titular de la Cofepris o está mal informado -lo cual no sería justificante-, o está mal intencionado, porque afirma que dicha decisión se tomó “porque el país no produce los suficientes medicamentos de calidad, seguridad y eficacia que la nación necesita -lo cual no es para nada cierto-. Además, había muchas trabas, por llamarlas de alguna forma, para poder comprar medicamentos fuera de México”.

Lo que llama más la atención de las declaraciones de Novelo Baeza es su declaración de que dichas trabas “parecían enfocadas a beneficiar a la industria farmacéutica nacional, aunque precisó que esto no aplica para todas las empresas”.

Aquí quiero hacer un paréntesis, sobre todo porque este gobierno de la 4T llegó al poder, entre otras cosas, con la promesa de fortalecer el mercado interno y favorecer a las industrias nacionales…

Aunado a ello, es más que sorprendente que el titular de la Cofepris desconozca que el marco legal vigente, construido a lo largo de al menos ocho décadas, se edificó para proteger a la industria farmacéutica nacional, es decir, a las empresas del sector que no solo operan en México, sino que invierten, tienen plantas de producción, generan empleos y pagan impuestos.

Además, sobre la verificación de empresas, que muchos han calificado como acoso, el funcionario externó que las visitas de la Cofepris a firmas de farmacéuticas no es tal, sino solo cumplir con la ley, dado que “su momento de prórroga para su certificación terminó o porque hay una denuncia ciudadana en su contra”.

Como decíamos la vez pasada, la industria farmacéutica está enojada y tiene toda la razón, pues es más que injusto que las empresas instaladas en el país deban cumplir con estrictos requisitos, mientras que otras firmas que no están asentadas en territorio nacional puedan vender sus medicamentos sin mayor problema.

Ante ello, Novelo Baeza opinó: “Piso parejo no había antes, nunca, por lo cual había monopolios que están bien identificados, de distribuidores y de industria farmacéutica”.

Acerca del riesgo de que medicamentos sin regulación sanitaria ingresen al país, el funcionario titular de la agencia sanitaria resaltó que todos los países pueden recibir medicamentos de esta manera, pero el acuerdo para que ingresen al país indica que deben pasar por un proceso de análisis del cual se encargará este organismo.

Y para contestar la pregunta del directivo de la industria farmacéutica, en efecto, no tenemos a la Cofepris que merecemos, sobre todo porque la agencia sanitaria debería de preocuparse más por la salud de la población y menos por tratar de menoscabar a este dinámico ramo de la economía nacional.

En suma, es urgente que el gobierno federal, y las autoridades sanitarias en particular, reflexionen sobre el daño económico que causará dicha medida a la industria farmacéutica instalada en México, además de la posible afectación a los pacientes, dado que los medicamentos importados no garantizarían ni su calidad ni eficacia.