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Carlos Andrés Mendiola

¿Qué tan reales son los reality shows?

El reality shows por definición retrata la realidad. Es decir, coloca a un grupo de personas en un contexto donde toda acción y reacción que tengan es vista por las cámaras

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¿La realidad es lo de hoy?

El formato de reality show surgido en forma en los noventas y de gran éxito en la transición entre siglos parece haber encontrado un segundo aire y un hogar adecuado en la televisión. Vaya, TV Azteca se declaró como la casa de los reality shows hace unos pocos años.

La flexibilidad del género es tanta que permite que los haya de concursos, de retos físicos, de talento, mezclas entre ellos y, claro, de vivencia, en su más pura esencia. Ahí están “Master Chef”, “La Voz”, “La Academia”, “Inseparables”, “La Isla”, “Exatlón” “Survivor” y, desde luego, “Big Brother” y hoy “La Casa de los Famosos”.

El fenómeno de “La Casa de los Famosos” en 2023 hizo que los contenidos de la televisión se volvieran a poner al centro, que familias o amigos se reunieran de nuevo para ver un programa, que la agenda girara alrededor de ella.

La cuestión o la duda alrededor de los reality shows que tienen, aunque no se tenga tan presente, guionistas es precisamente qué tan reales son. La respuesta está en su mismo nombre.

El reality show por definición retrata la realidad. Es decir, coloca a un grupo de personas en un contexto donde toda acción y reacción que tengan es vista por las cámaras. En los orígenes de “Big Brother” o “La Academia” la promesa era justo el 24/7. Es más, en la reciente emisión de “La Casa de los Famosos” ello regresó, ya no, a través de la televisión abierta o cable sino del streaming, Vix+.

Las galas de expulsión, nominación u otros especiales, además de transmitirse por ese medio, se veían por televisión abierta en una estrategia para motivar que los espectadores se muevan entre medios. La discusión también se daba en redes sociales siendo X, TikTok, Instagram y YouTube las principales.

Ahora, ese 24/7 es un complete. Es el ejercicio supremo del voyerismo, pero puede ser desalentador. El minuto a minuto de la vida es aburrido. Sucedió en aquéllas primeras emisiones y sigue pasando hoy en día.

No en balde, es frecuente, que algunos participantes se han referidos como “muebles” y es que dan poco contenido. “Contenido” es la palabra clave.

En principio, el reality show es menos real y más show por su contexto. Las condiciones en las que se coloca a los participantes están lejos de ser reales. Incluyen aislamiento, concursos o dinámicas en un tiempo determinado o bajo estándares inusuales (como hacer un vestido con materiales de un súper mercado o preparar un platillo con tres ingredientes), condiciones de vida distintas o extremas.

El concepto es “reality” y “show” y el show es esencial. Vaya, el show está inmerso y le es intrínseco a la ficción y la ficción no es realidad. Sí, las historias son ficción aún y cuando se esté recreando un hecho histórico o se cuente una biografía y tienen que serlo porque, de nuevo, la vida diaria no es tan interesante, tiene periodos muertos.

Entonces, el reality shows en principio sucede en un contexto que parece real, pero no lo es. Ese contexto, más allá de lo físico, se ve influenciado por detonantes que el show agrega a conveniencia.

Por ejemplo, independientemente de que la selección de concursantes está hecha para que las personalidades sean más llamativas, escandalosas y contrastantes entre sí, en “La Casa de los Famosos” ahora, desde el inicio, se plantean dilemas. Los concursantes al entrar deben elegir entre algo que los afecta únicamente a ellos (quedarse sin su maleta) o al resto de los habitantes (quedarse sin agua caliente por un tiempo determinado). Cualquiera que sea la decisión habrá un efecto. Si afecta a la casa será mayor, desde luego.

El punto es ese, debe haber show y para que lo haya hay que poner las condiciones. Por ello, hay dinámicas por premios o para decirse “verdades”, cuando se acerca el final y son menos los concursantes y hay más posibilidades de tiempos muertos, y así llegan los familiares o invitados.

Debe haber detonantes y la producción puede y lleva la narrativa a donde le conviene. Es una realidad manipulada. Vaya, el 24/7 de “La Casa de los Famosos” no lo es del todo. Hay un delay en la transmisión y cuando es conveniente las cámaras sólo transmiten cuartos vacíos. ¿Dónde están los integrantes? ¿Por qué no transmiten esa parte?

Así las cosas, el reality show es un show donde la realidad se limita en cierto grado a las reacciones de los concursantes. Es, como diría Baudrillard, un simulacro, algo que parece ser real, que está en lugar de la realidad, pero que no lo es. Es un show.

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