“Este mundo está loco, loco”, como lo escribió el filósofo postmoderno Francisco Céspedes, o como diría yo, “tan solo es postmoderno, muy postmoderno”.
¿Qué significa que este mundo sea postmoderno? Qué hay una esquizofrenia en el ambiente. Una especie de demencia grupal, colectiva y social que es producto de la era del vacío en el que vivimos. Por demasiada información que nos rodea y que al mismo tiempo nos ahorca. Entre más información, más vacío. Entre más pantallas, más soledad.
La postmodernidad es un cúmulo de cosas, pero al mismo tiempo es la nada. Es la verdad, pero la mentira al mismo tiempo. Posverdad la llamaron hace ya 10 años. Todo es verdad, pero nada es verdadero.
Todo tiene filtro y parece reluciente porque no tiene luz propia y carece de identidad verdadera y poca o nula autenticidad. Es la copia desgastada de la copia desigual.
La postmodernidad es la cima de la modernidad. Es lo hipermoderno, el colmo de la modernidad. Es un cajón desastre, no de sastre.
Hay tanta información, contenido o seudocontenido que nos perdemos como humanos y como yo digitales.
Seres digitales, mitad humanos y mitad análogos.
Ya cada vez más digitales, generación por selección artificial.
Ahora bien, en esta sociedad postmoderna hay jerarquías, dioses y diosas, nobleza postmoderna y Donald Trump es un personaje muy complejo de esta era y de este siglo 21.
Es un agente de la mercadotecnia espectacular. Hace lo que quiere. Es un posteador impecable. Tiene su propia red social. Es un ideólogo postmoderno con su tribu MAGA (Make Great America Again) que es una mezcla entre neo racistas, supremacistas y oprimidos de clase media de la generación X y Baby Boomers que lo apoyan a morir.
Y si no fuera suficiente, ha resultado un excelente geopolítico postmoderno. Un internacionalista que entiende lo que pasa muy bien en este mundo. Paró un conflicto mundial entre India y Pakistán y ahora, en vilo de la tercera guerra mundial en Medio Oriente, de súbito, negocia con la teocracia iraní para que deje de bombardear a Israel y que los duros de Israel se contengan y que dejen de intervenir en el congreso de EE. UU. para meter sus manos e incitar en la guerra.
El 23 de junio ya varios congresistas de EE. UU. lo acaban de nominar (Premio Nobel de la Paz) por detener la tercera guerra mundial en 2025 que detonó Israel-Irán y no dudo que sea él quien se lo gane.
Un conflicto pleno de desinformación y noticias falsas donde los medios competían por mentir y desmentir.
Por lo pronto, ya Israel le debe más de 4 mil billones de dólares (en inglés) por los gastos de guerra que le generaron estos 12 días de guerra contra Irán. Negocio redondo.