La escena ya no sorprende: una mujer joven en el parque, carriola en mano, sólo que en lugar de un bebé humano lleva a un french poodle con moñito. Al otro lado del jardín, otra pasea a su bulldog con chamarra de mezclilla, mientras comenta con su amiga que no está lista para tener hijos…
¿Qué pasó con la maternidad? ¿Dónde quedaron los anhelos de cuna, pañales y biberones? Bienvenidos a la era de los perrhijos, una época en la que la maternidad se piensa, se decide… o
simplemente se cancela.
Porque, digámoslo sin rodeos, en México cada vez más mujeres están optando por no tener hijos. No porque no puedan, sino porque no quieren. Así de simple. Y así de poderoso. Yo cada vez conozco más este tipo de casos: que la novia del sobrino ya le dijo que no espere tener descendencia, que si eso quiere, mejor hasta ahí, etcétera, y así un largo etcétera.
Según cifras recientes del INEGI, la tasa de fecundidad de las mujeres entre 15 y 49 años descendió a 1.60 hijas e hijos en 2023, frente al 2.07 registrado en 2018. Una caída que no es accidental, sino que responde a decisiones informadas, conscientes y, por qué no decirlo, cada vez más firmes.
¿Habrá tenido que ver la pandemia de Covid-19?
Maternidad: de imposición cultural a elección personal Durante siglos, la maternidad fue vista como una especie de destino biológico irrenunciable. El mandato cultural era claro: naces, creces, te reproduces… y luego, tal vez descansas. Pero hoy muchas mujeres están cuestionando ese “libreto” heredado de abuelas y tías, en el que tener hijos era sinónimo de realización femenina.
“La mujer es la encargada de mantener a los sujetos y a la humanidad del lado de la vida”, escribió Marcela Lagarde, antropóloga y feminista. Esta idea, profundamente arraigada en instituciones como la familia, la escuela, la iglesia y el propio Estado, convirtió la maternidad en una especie de función social obligatoria. Pero los tiempos han cambiado. Ahora, como dice la gerente de Operaciones de Telefem, Paula Rita Rivera Núñez, “la realización de una mujer no implica
solamente tener descendencia”.
Y no se trata de una guerra contra la familia ni de odiar a los niños (que, por cierto, a veces también lloran, muerden y cuestan más que una hipoteca). Se trata de ejercer derechos. Derecho a decidir. Derecho a elegir cuándo, cómo y si se quiere ser madre. Derecho, incluso, a decir que no.
Porque maternidad sí, pero elegida.
¿Perrhijos? Sí, y también maestrías, viajes y libertad Muchas mujeres hoy deciden invertir su tiempo, energía y recursos en otras formas de proyecto de vida: un doctorado, una startup, viajar a Japón, adoptar un gato persa, o simplemente dormir ocho horas sin interrupciones. No es egoísmo, es autocuidado. No es huida, es afirmación.
Y claro, para algunos sectores más conservadores, esta tendencia puede parecer alarmante. “¿Y quién cuidará de ti cuando envejezcas?”, preguntan con tono moralista. La respuesta suele ser igual de irónica: “Probablemente un cuidador profesional, porque tampoco los hijos garantizan compañía ni afecto en la vejez”.
Eso sí, no todo es miel sobre hojuelas. Vivir sin hijos en una sociedad que todavía romantiza la maternidad tiene costos simbólicos. Las mujeres sin hijos siguen siendo blanco de juicios, preguntas incómodas y miradas reprobatorias. A menudo deben justificar su elección, como si estuvieran fallando en una misión sagrada. Y aunque el aborto ya es legal en 23 estados del país hasta la semana 12 de gestación, sigue habiendo estigmas, obstáculos y discursos cargados de culpa.
Por eso, organizaciones como Telefem han cobrado relevancia. Desde su trinchera digital, ofrecen acompañamiento para abortos autogestionados seguros, orientación médica en línea, y una
defensa clara del derecho a decidir. La OMS, incluso, respalda la combinación de medicamentos
para abortos seguros en casa, siempre con supervisión profesional. ¿Quién diría que la tecnología y la ciencia también son aliadas del feminismo?
La maternidad como decisión, no como destino
No es que la maternidad esté en extinción. Es que ha dejado de ser una obligación universal. Y eso debería celebrarse. No todas quieren ser madres, así como no todos quieren ser padres, y el mundo no colapsará por ello. De hecho, en muchos países desarrollados, esta tendencia sigue en ascenso. Japón, Alemania, Suecia… México va en la misma ruta, aunque con su propio ritmo y desafíos.
La maternidad hoy se escribe con otras palabras: autonomía, libertad, planificación. La mujer mexicana del siglo XXI no es menos mujer por no querer cambiar pañales, igual que no es mejor madre la que los cambia sin haberlo deseado.
Quizás el gran triunfo no sea que haya menos bebés, sino más mujeres felices con sus decisiones, sean cuales sean. Que críen hijos, gatos, perros o sueños, pero que lo hagan con plena conciencia de que sus cuerpos, sus vidas y sus caminos les pertenecen. Porque al final, más que perrhijos o maternidad tradicional, lo que realmente está en juego es algo mucho más profundo: la capacidad
de elegir y vivir sin pedir permiso.
El Botiquín
- Tras la nulidad de licitaciones para la compra de medicamentos, el subsecretario de Integración y
Desarrollo del Sector Salud, Eduardo Clark, anunció que se repondrán los procesos mediante una
subasta inversa para 837 claves, con el objetivo de obtener mejores precios y proveedores más
cumplidos. Destacó que, gracias a estas medidas, se lograron ahorros por más de 1,000 millones
de pesos y se adquirieron de forma urgente 85 millones de piezas, incluidas 21 claves oncológicas.
Además, aseguró que los tratamientos más costosos y delicados —como los oncológicos y para
hemofilia— no fueron afectados por la nulidad, pues ya cuentan con contratos formalizados. A la
par, se reactivaron contratos para 954 claves adicionales, consolidando así un abasto más eficiente
y transparente en todo el sector salud… Muchos pensamos que el problema de fondo no se ha
solucionado. Al tiempo. - El 12 de mayo de 2025, el presidente Donald Trump anunció un decreto para reducir en un 59%
los precios de los medicamentos en Estados Unidos, implementando una política de nación más
favorecida que vincula los precios nacionales al valor más bajo pagado por otros países desarrollados. Esta medida busca corregir lo que Trump describe como “una injusticia” en la que
los estadounidenses subsidian los sistemas de salud extranjeros debido a precios domésticos más altos. Aunque la iniciativa ha sido bien recibida por los consumidores, enfrenta críticas de la industria farmacéutica, que advierte sobre posibles impactos negativos en la innovación y el
desarrollo de nuevos medicamentos. Además, se anticipan desafíos legales y regulatorios que
podrían complicar su implementación efectiva. Abordaremos este tema en la siguiente entrega.