Por Luis Miguel Martínez
Correo: [email protected]
Twitter: @lmuia
Desde 1985, la Ciudad de México no sufría un gran temblor y el ocurrido el 20 de marzo de 2012 nos permitió saber que años de preparación habían dado resultado. El sismo con una magnitud estimada de 7.4 en la escala de Richter sacudió a mediodía a la tercera ciudad con más habitantes en el mundo con consecuencias menores a las estimadas a las simulaciones. Sin embargo, nos dejaron ver como debemos mejorar algunos puntos donde la ciudad más poblada del mundo (Tokio) parece funcionar mejor al momento de los sismos.
De acuerdo con los parámetros del programa PAGER (siglas en Inglés de Evaluación Inmediata de los Sismos en el Mundo para Respuesta) del servicio geológico de los Estados Unidos de América, la banda de probabilidad de mortalidad debida a un sismo de estas características, sugiere que habría en 10 a 100 muertos. La realidad con la que nos encontramos dos personas perdieron la vida.
En el rubro económico, el mismo programa PAGER indica pérdidas económicas entre 10 y 100 millones de Dólares, lo cual si coincide con lo que se ha publicado en los diarios nacionales como pérdidas estimadas en la Ciudad de México y en los estados de Guerrero y de Oaxaca.
Los datos de PAGER como los generados automáticamente por el Servicio Geológico de los Estados Unidos indican que el sismo tendría una magnitud de 7/10 en la escala modificada de Mercalli (originalmente data de principios del siglo XX). Esto indicaría que hubo daños menores en los edificios actuales y daño considerable en la vivienda pobre y los edificios mal diseñados. El resto de los efectos que confirmarían que se trata de un sismo de nivel 7 es que fue percibido el movimiento como severo.
Durante el transcurso del sismo en los medios de comunicación, nos encontramos con algo poco habitual, que el Servicio Sismológico Nacional (http://www.ssn.unam.mx/) estimó inicialmente el sismo con una magnitud a la estimada por el USGS. También nos encontramos que la alarma sísmica (formalmente, el sistema de alerta sísmica) tampoco funcionó adecuadamente y que como es habitual la comunicación telefónica se interrumpió. Sin embargo, al igual que durante el tsunami trágico en Japón, la Internet se mantuvo en operación incluso por la telefonía celular. Así, se desarrollo el mote, “no corro, no empujo, twitteo”.
La física aún nos guarda sorpresas pues en mi timeline supe del temblor instantes antes de que sucediera, pues un amigo en Oaxaca twitteó “esta temblando y fuerte”. Fantástico, pues la onda sísmica del sismo se percibió allá por su cercanía con el epicentro y al viajar a 8 metros por segundo, aún va más lento que la velocidad a la que viaja un tweet.
Mientras el sismo transcurría y la gente trataba de usar una conexión telefónica que no podría ser usada para no saturar la “old plain telephone network”, descubrimos que la Internet es uno de los mecanismos más confiables para la mitigación de daños en estas catástrofes. Aún queda el estudio por realizar si twitter es una mejor medición que las escalas energética (Richter) o la perceptiva (Mercalli).
¡No te desconectes!