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Juan Mario Cardenas

La Privacidad Digital y la Pérdida de la Legalidad

Este tipo de leyendas provocan dos cosas, una que el contenido sobre el cual advierten sea botado, cerrado, olvidado, censurado; o por el contrario, doblemente consumido, puede vender mucho más.

*Esta columna contiene material sensible, recomendado sólo para mayores de edad o jóvenes bajo la supervisión de sus padres o tutores.

Este tipo de leyendas provocan dos cosas, una que el contenido sobre el cual advierten sea botado, cerrado, olvidado, censurado; o por el contrario, doblemente consumido, puede vender mucho más. La causa por la cual se deba prevenir responde generalmente a cuestiones legales, determinadas por el estado; en algunos otros casos por el prestador del servicio o producto.

Sin embargo cada vez estamos más cerca de que aparezcan diferentes versiones de este tipo en toda plataforma digital. La susceptibilidad de ofender se amplía con el pasar de eventos y se complica en lugar de evolucionar hacia lo sencillo. Primero, nuestra información no es segura. Segundo y más importante, las plataformas más populares, las sociales enfrentan ya una todavía joven crisis de privacidad muy importante, pues puede llegar a determinar el uso y permiso de mucho contenido digital.

En la medida que esto afecte a la sociedad no conectada a redes sociales, comenzará a modificar las reglas. Pongamos algunos ejemplos.

A principios de este mes en Nueva Escocia, Canadá, Rehtaeh Parsons una joven de 17 años se quitó la vida tras dos años de padecer inestabilidad mental que la llevaron a ser interna de un hospital y recibir diferente terapia y apoyo de amigos y familiares, todo tras una supuesta violación sufrida cuando tenía apenas 15 años, por cuatro jóvenes de la escuela a la que asistía en aquel entonces. Uno de ellos tomó una fotografía del acto, y la distribuyó entre más compañeros, pronto extendiéndose más allá de forma viral.

La supuesta violación sólo puede ser llamada así porque nunca se comprobó ni se hicieron cargos sobre los cuatro involucrados, la policía de Canadá no encontró pruebas suficientes para levantar ningún cargo, ni asalto, violación, difamación o siquiera pornografía infantil. Se alegó también que fue con consentimiento y en la foto no se mostraba nada que demostrara estaba siendo forzada.

En el 2012 Amanda Todd también se quitó la vida, tres años (a sus 12 años) antes entró a un video chat para adolescentes y mostró su busto, se suicidó al ser chantajeada con esas imágenes.

La opinión que tengamos sobre las acciones de cada una de estas chicas es irrelevante. Incluso quienes concluyan que todas las aquí mencionadas fallaron y actuaron mal, no justifica el que hayan sido expuestas de tal forma. Cada una de ellas, así como cada uno de nosotros, debió haber vivido con sus acciones. En el caso de la joven Parsons, incluso si se hubiera comprobado que ella consintió tener relaciones con los cuatro jóvenes, la distribución de la fotografía debía consistir en alguna falta administrativa, el simple hecho de que ella fuera menor de edad lo convierte en un crimen. Lo único que pasó fue que las imágenes fueron removidas de Facebook.

Apenas en Agosto del año pasado en Ohio, en el pueblo llamado Steubenville, dos jugadores del popular equipo de futbol americano de la escuela local fueron acusados de violar a una joven mientras el hecho era recontado en vivo en Instagram y Twitter por varios más. Incluso el popular grupo Anonymous ha declarado la guerra a varios de los jugadores del equipo tras ver que ninguna acción legal se derivó de la investigación. Anonymous también tiene en la mira por ejemplo a Hunter Moore, quien ha lanzado diferentes sitios calificados como “revenge-porn” (donde uno puede subir fotos y datos personales de ex parejas en posiciones sexuales o desnudos) por considerarlo inmoral y sin autoridad; aunque Moore ha sufrido varias demandas legales, es todavía un territorio gris y por ello ha logrado hacerlo.

Cada uno de estos ejemplos y muchos otros más merece mayor lectura y ojalá lo hagan, para entender más la vaga plataforma legal en la que nos encontramos, y en la fragilidad  que se ha alcanzado en cuanto a privacidad. ¿Se puede compartir todo? ¿Quién regula, quién decide? Y también, ¿qué está provocando todo esto? Aunque Amanda Todd no hubiera sido chantajeada, ¿qué la llevó a mostrar su busto en un sitio en línea a sus 12 años? En el caso de Rehtaeh Parsons muchos otros jóvenes comentaron en redes, blogs y foros que ella parecía estarlo disfrutando, por lo cual era probable que lo hubiera pedido, y luego cambiado de opinión. Si así hubiera sido, ¿qué les da derecho a juzgarla a ella como la mala del cuento? ¿Somos todos susceptibles a que se muestre nuestra intimidad en la red?

Cada uno debemos reflexionar y seguir haciendo más preguntas, recordando que nos enfrentamos a plataformas sociales tanto como herramientas de mercado, y sabemos las restricciones de cada herramienta son dictadas por la sociedad, en esta ocasión pasará lo mismo aunque está siendo más escandaloso y grave.

Si quieren ver las fotos referidas pueden ir a este link, sólo piensen si vale la pena, para qué lo harían o si sólo es morbo, pues nada van a contribuir en la lectura que tengan aquí ni en el juicio de valor que se hagan tras leer esto.

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