Motivos sobran para hablar sobre cine durante el verano, principalmente por el estreno de las grandes producciones del año: las que se esperan sean las más taquilleras.

Por un un lado tenemos el estreno de Barbie y todo el marketing del que platiqué en entregas anteriores. Por el otro, tenemos a Oppenheimer, la esperada cinta de Christopher Nolan; y aún para rematar, está en su apogeo la huelga de actores en la escena Hollywoodense. 

Es claro que la industria busca recuperarse después de la pandemia de Covid19. Lo he dicho hasta el cansancio: una de las industrias más golpeadas en el orbe fue la del cine. Según previsiones, se espera que el año 2023, sea ligeramente menor en ganancias al año 2019. De hecho, se espera que para el 2026 logre más de 742 millones de dólares aproximadamente. Lo que lo convertiría en el mejor año desde el 2009. El problema es que estas previsiones se cuentan desde antes de la huelga de actores. Habrá que esperar para saber cómo se va recuperando con los años.

En medio de toda esta trifulca se encuentran dos estrenos opositores: Barbie y Oppenheimer. Me pareció curioso que fueran estrenadas al mismo tiempo. El mismo día. Y creo que hay un guiño muy especial dentro de esta razón: y es precisamente lo que expliqué la semana anterior: el marketing, la película y todo lo que tiene que ver con Barbie es tan grande, con tal arrastre que terminará “jalando” a aquello que se sume a la tendencia. Precisamente la decisión de estrenar la cinta de Christopher Nolan me parece una genialidad del marketing.

Primero: tendría que ser un filme tan disímil de Barbie el único que realmente pudiera “hacerle frente”. Y lo pongo entre comillas porque es evidente que no tendrá ni por mucho los números de estreno de la película dirigida por Greta Gerwig, sin embargo, la cinta de Nolan se convierte en un opositor. Basta mirar la conversación y los memes entorno al estreno de ambos filmes: “Tú tan Barbie, yo tan Oppenheimer” he visto infinidad de veces. Es ahí donde está la magia: aprovechar la inercia de un evento tan grande como es el estreno de Barbie.

Segundo: Oppenheimer se ha caracterizado por utilizar el marketing de la experiencia en punto de venta con diferentes activaciones en los cines para dar a conocer el estreno. Sobre todo, apela a ser una película muy dirigida a los amantes del cine: no por nada se anunció que habría funciones donde se estrenará en formato 35 milímetros, reviviendo así las viejas glorias del cine tradicional.

Nuevamente la contraposición: Barbie se muestra como un concierto de música Pop, Oppenheimer como un concierto de música dark. Así de opuestas me parecen. Con esto no trato de encasillar ni sobre analizar nada: simplemente es una metáfora de cómo las percibo. Ni siquiera creo que jueguen al marketing guerrilla: simplemente están hablándole a dos públicos diferentes: y ahí reside la magia: primero vemos una película, después la segunda. En este sentido, creo que habrá un claro ganador en la taquilla.

Precisamente esta contraposición se vuelve magia. De hecho, a este fenómeno mundial en el cine se le ha llamado: “Barbieheimer” y lo que se espera dentro de la industria es que estas dos películas ayuden a generar ganancias para el cine de Hollywood, aún en medio de una huelga que no se ve para cuándo pueda terminar. Y que de hecho, se espera que se retrasen producciones y series inclusive algunos años.

Sin duda, hay crisis en la industria del entretenimiento, pero aún hay que esperar hacia dónde va, cómo se resuelve y todo lo demás. Mientras tanto hay que disfrutar el periodo de los grandes Blockbuster de Hollywood, junto con el marketing que hay detrás.