En los últimos tres años mucho se ha hablado de la inteligencia artificial incorporada en todas las industrias, ya sea para remplazar algunas tareas realizadas por las personas o para complementarlas. En la era de la automatización, el panorama del marketing digital está experimentando una profunda transformación derivada de la incorporación de plataformas de IA a lo largo de todas las acciones relacionadas con esta industria, situándose en el centro de la creación y ejecución de campañas, la gestión de plataformas de paid media, la generación de contenido para los activos digitales de las marcas, la segmentación de audiencias y el análisis de performance. Conforme los algoritmos se vuelven más inteligentes, todos los que estamos involucrados en la industria de la mercadotecnia nos enfrentamos a una pregunta crucial: ¿Podrán los algoritmos y motores de IA reemplazar la sensibilidad humana? La respuesta puede tener distintos matices, dependiendo desde qué ángulo y posición se analice. La inteligencia artificial aporta velocidad, precisión en las tareas, escalabilidad y ahorros significativos para algunas empresas.Pero la inteligencia emocional, vista como la capacidad únicamente humana de comprender el contexto, los matices y la empatía, sigue y seguirá siendo irremplazable. Desde mi punto de vista, el futuro de la estrategia de marketing digital no será una batalla entre la IA y la creatividad humana, sino un nuevo equilibrio entre ambas para trabajar en conjunto.
Lo inigualable de la IA: precisión y rendimiento
En todos los congresos y foros he escuchado y confirmado que la inteligencia artificial ya está transformando las operaciones de marketing en todos los sectores de la economía. Las diferentes organizaciones y marcas presentan todo el tiempo los casos de éxito al usar esta tecnología incorporada a las tareas rutinarias de marketing. Según PwC, la IA podría aportar hasta 15.7 trillones de dólares a la economía global para el año 2030, siendo mercadotecnia y ventas algunos de los sectores más impactados.
En la publicidad digital, por ejemplo, las plataformas de programmatic utilizan la IA para tomar más de 200,000 decisiones por segundo, optimizando las pujas, la segmentación y la colocación de artes y anuncios. Las marcas de e-commerce también aprovechan la IA para ofrecer recomendaciones personalizadas de productos, precios y gestión predictiva del inventario, con un dinamismo nunca antes visto. Herramientas como ChatGPT o Jasper permiten a los profesionales del marketing escalar la producción de contenido en minutos en lugar de horas o días. Por otro lado, los datos del informe “State of Marketing 2024” de Salesforce muestran que el 75% de los equipos de mercadotecnia de alto rendimiento ya utilizan herramientas basadas en IA para la generación y personalización del journey del consumidor o shopper.
La inteligencia humana y emocional: el corazón de la estrategia
El marketing se centra, en esencia, en comprender las motivaciones que un individuo tiene a la hora de seleccionar un producto o un servicio para satisfacer una necesidad, a través de analizar sus comportamientos, preocupaciones y aspiraciones logrando entonces que una marca conecte emocionalmente con su audiencia. Ese nivel de comprensión proviene de la inteligencia humana y emocional, algo que ninguna máquina puede hoy replicar y esperemos que nunca lo logre.
De acuerdo al informe “2024 Human Capital trends” de Deloitte, las organizaciones que priorizan el diseño centrado en el ser humano y un liderazgo emocionalmente inteligente experimentan un 23% de mayor satisfacción del cliente y un 21% más de crecimiento en el nivel de ingresos de la empresa. La inteligencia emocional impulsa el “storytelling” de la marca, la alineación de valores y la visión estratégica. Esto es lo que permite a los profesionales que estamos involucrados en marketing gestionar las crisis, adaptar el tono según el contexto y crear campañas que generen confianza, no solo impresiones o clics.
Combinando la IA con la intuición humana: el imperativo estratégico
La verdadera oportunidad y reto que se menciona en los congresos de inteligencia artificial a los que he podido asistir reside en combinar ambas formas de inteligencia. La IA gestiona el volumen, los datos y la ejecución técnica de tareas rutinarias. Los profesionales aportamos la estrategia, creatividad y equilibrio emocional.
Este equilibrio, en la práctica, se observa de la siguiente manera:
- La IA identifica patrones de comportamiento en la audiencia, pero los estrategas humanos determinamos la narrativa y el tono que se ajusta a dichos patrones.
- La IA sugiere formatos de contenido de acuerdo al análisis, pero los creativos moldean el tono y el mensaje para lograr un mayor impacto y esa conexión emocional que tanto buscamos en las campañas.
- La IA automatiza las pruebas y la optimización, mientras que los profesionales del marketing interpretamos los resultados desde la perspectiva del valor de marca y visión estratégica en el corto, mediano y largo plazo.
Se trata de aumentar la velocidad y profundidad de nuestra actividad, más no el sustituirla.
En mi opinión, la inteligencia artificial y la inteligencia humana o emocional no son enemigos, sino fuerzas complementarias. A medida que el marketing se vuelve más “data driven”, el papel de la creatividad humana, la empatía y el pensamiento estratégico cobra mayor importancia. Las marcas que prosperen en este modelo híbrido serán aquellas que utilicen la IA para amplificar la percepción humana, no para anularla. Finalmente, todo lo que hacemos lo hacemos para las personas y a medida que generemos esa conexión emocional, el marketing estará cumpliendo su cometido.