A propĆ³sito de la reuniĆ³n que acaba de terminar en Brasil para discutir la gobernanza de Internet en el mundo, les comparto reflexiones y cuestionamientos que me asaltaron tras pensar en que estamos siendo parte de un cambio trascendental para la humanidad. No podemos calcular la importancia de esta reuniĆ³n, y de que se haya hecho en AmĆ©rica Latina, en lĆnea con el propĆ³sito de que Internet deje de ser controlado Ćŗnicamente por Estados Unidos āme refiero al gobierno de ese paĆs- y se convierta cada vez mĆ”s en un bien de la humanidad. Bueno, o un mal, pero de todos.
No calculamos el impacto a futuro, e incluso en nuestra vida privada, de una reuniĆ³n como esta. Pareciera un tema lejano de una serie de polĆticos y gente poderosa, pero al final es absolutamente Ćntimo. Estamos vinculados a los tecladitos de una forma tan estrecha que, de algĆŗn modo, en esta junta y en las venideras sobre el tema āporque la tarea hasta ahora comienza- se va a terminar por decidir el futuro de nuestras vidas laborales, relaciones interpersonales, amores, desamores, enfermedades, salud mental y mil cosas mĆ”s.
La cosa es que se pusieron sobre la mesa asuntos clave como que Estados Unidos deje de monopolizar las decisiones sobre Internet, en todos los Ć”mbitos desde las extensiones como .com y las nacionales hasta las normas sobre privacidad, inviolabilidad de datos, igualdad de participaciĆ³n en la red, libre flujo de informaciĆ³n, censura y comercializaciĆ³n de servicios de la infinita red digital. Porque, claro, no faltan los intereses privados que hacen su ālobby digitalā para hacer cada dĆa mĆ”s negocio con los internautas.
La humanidad ahora, y cada dĆa mĆ”s, tiene que pensar en digital y perfeccionar sus mecanismos en tĆ©rminos de normatividades, leyes, delitos, derechosā¦ Y, claro, si permito que mi imaginaciĆ³n vuele y se vaya un siglo para adelante, no quiero ser catastrĆ³fica, pero no estĆ” demĆ”s pensar que seremos vĆctimas de nuestro propio invento. Como siempre.
Las invenciones mĆ”s fantĆ”sticas del cerebro humano, por lo general, y de alguna manera han terminado por desentraƱar las zonas mĆ”s oscuras de su alma. SĆ, me refiero a que la ambiciĆ³n por el poder y el dinero siempre nos van a acompaƱar y nos van a esclavizar. Una tentaciĆ³n latente. AsĆ las cosas, les comparto esta suerte de plĆ”tica imaginaria entre un papĆ” y un hijo que podrĆa suceder en cien aƱos, o mĆ”s, Āæo menos?
– No puedo creerloā¦ ĀæInternet era gratis?
– SĆ, tus bisabuelos podĆan entrar a la web y buscar lo que quisieranā¦ en cualquier pĆ”gina.
– ĀæSin suscripciones ni validaciones?
– Nada de eso. En esa Ć©poca sĆ³lo se pagaba la conexiĆ³n a Internet y punto, y navegaban por todos lados.
– No me imagino. ĀæY entonces cĆ³mo se movĆa la economĆa del mundo?
– Internet era, en su mayorĆa, comunicaciĆ³n e informaciĆ³n. Cuentan que cuando reciĆ©n empezĆ³, uniĆ³ mucho a las personas en redes sociales. Antes de eso, las personas sĆ³lo hablaban por telĆ©fono o en persona.
– QuĆ© raro. ĀæY entonces los paĆses y los grandes poderes no tenĆan guerras digitales?
– Las guerras eran por otros motivos, pero tambiĆ©n dejaban mucho dolor, rĆos de sangre y devastaciĆ³nā¦ como hoyā¦ por el poder de la informaciĆ³nā¦
ĀæSerĆ”?