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El mercado global de licencias de personajes superó los 280 mil millones de dólares en 2024.
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Las empresas familiares que adoptan tecnologías digitales y nuevos modelos de negocio registran un crecimiento anual de ingresos un 20 % superior al promedio nacional, refiere McKinsey & Company.
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Hello kitty se ha adaptado a través de los años convirtiéndose en una marca multitarget.

Durante años, el rostro de Hello Kitty fue visto como un símbolo adorable de la cultura kawaii japonesa. Hoy, esa misma carita sin boca está detrás de uno de los regresos financieros más sorprendentes del año: el de Shintaro Tsuji, fundador de Sanrio, quien a sus 97 años ha vuelto a posicionarse entre los hombres más ricos de Japón, tras una ausencia de una década.
Pero este no es solo el regreso de un millonario. Es la historia de cómo una herencia familiar y una visión intergeneracional ha logrado convertir una estética tierna en una maquinaria global de negocios.
La clave está en el relevo. Cuando Tomokuni Tsuji, nieto del fundador, asumió el liderazgo en 2020, heredó algo más que una empresa con personajes entrañables: tomó el timón de una marca que necesitaba adaptarse a un mundo actual donde el contenido digital, las colaboraciones virales y las experiencias inmersivas pesan más que las estanterías llenas de mercancía.
Tomokuni no se quedó en la sombra de Hello Kitty. Apostó por revivir el portafolio completo de Sanrio con más de 450 personajes y enfocarse en su exportación cultural.
El resultado: Sanrio no solo multiplicó sus ventas en un 45 %, también se reinventó como una marca de entretenimiento global. Sus acciones se dispararon más del doble en el último año y sus beneficios netos alcanzaron cifras que no se veían en décadas. Gracias a eso, Forbes volvió a incluir a Shintaro Tsuji en el ranking de los más ricos de Japón para 2025.
En tiempos donde muchas empresas familiares se diluyen o desaparecen al pasar de generación, Sanrio demuestra que, con una visión actualizada y un legado sólido, es posible trascender. Lo kawaii, lejos de ser solo una estética, se ha convertido en una estrategia millonaria.
En ese contexto, en Japón, las empresas familiares han sido fundamentales de la economía durante siglos, muchas con más de medio siglo de historia. Sin embargo, en las últimas décadas, estas firmas han enfrentado retos importantes relacionados con la sucesión, la globalización y la digitalización. Según un estudio de la Universidad de Hitotsubashi, cerca del 70 % de las empresas familiares en Japón no logran pasar a la tercera generación debido a la falta de planificación sucesoria o adaptación a mercados cambiantes.
No obstante, un grupo selecto de estas empresas ha logrado reinventarse y prosperar mediante una combinación de relevo generacional y transformación digital. La nueva generación de líderes ha impulsado estrategias que combinan la tradición con la innovación, adaptando modelos de negocio basados en productos físicos hacia experiencias digitales, contenidos multimedia y licencias globales.
De acuerdo con datos de McKinsey & Company, las firmas familiares japonesas que invierten en transformación digital registran un crecimiento anual de ingresos un 20 % superior al promedio del mercado nacional. Esto se debe, en parte, a que estas empresas están aprovechando activos intangibles, como sus marcas culturales reconocidas, para desarrollar nuevos productos de entretenimiento, colaboraciones internacionales y comercio electrónico.
Un ejemplo significativo es la evolución de marcas icónicas de la cultura japonesa, que han ampliado su alcance más allá del merchandising tradicional hacia la creación de contenidos digitales, videojuegos, animación y productos experienciales. Según Statista, el mercado global de licencias de personajes alcanzó un valor de 280 mil millones de dólares en 2024, con un crecimiento anual sostenido del 7 %, impulsado principalmente por el auge del entretenimiento digital y las plataformas de streaming.
Además, el envejecimiento poblacional y la disminución demográfica en Japón han llevado a estas empresas a internacionalizar sus negocios para mantener el crecimiento. La expansión en mercados como Estados Unidos, Europa y Asia ha sido clave para capitalizar el creciente interés global en la cultura japonesa y el fenómeno “kawaii” (tierno o adorable), que genera millones en ventas cada año.
Finalmente, la combinación de un legado sólido, el traspaso efectivo del liderazgo a nuevas generaciones y la adopción de tecnologías digitales y modelos de negocio innovadores se ha convertido en un motor de revitalización para las empresas familiares japonesas, permitiéndoles no solo sobrevivir, sino también liderar en la economía global contemporánea.
Un ejemplo similar que no podemos dejar de mencionar es a Pop Mart por su gran éxito con los Labubus, que han elevado su valor y consolidado a su fundador, Wang Ning, como uno de los empresarios más ricos del mundo.
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