Hace unos dĆa, estaba en un evento y a la mesa en la que me sentĆ© con algunos amigos se incorporó otro, junto con su suegra. De repente vio a un compaƱero, se saludaron muy cariƱosamente, pues habĆan trabajado en la misma organización hace unos 20 aƱos, y nunca mĆ”s se habĆan vuelto a ver hasta ese dĆa.
Como cosa natural comenzaron a recordar los cuentos de la empresa āque, por cierto, era muy grande y exitosaā, del dueƱo y de los gestos que esa persona tenĆa con todos sus colaboradores. La manera en la que les brillaban los ojos era impresionante, el amor, la admiración y la lealtad con la que se referĆan a ese empresario fue muy emocionante, y lo mĆ”s impactante es que los cuentos se enfocaban en pequeƱos detalles que para ellos, en su momento, marcaron la diferencia y los hicieron sentir parte de esa familia empresarial.
Enseguida recordĆ© que cuando me tocó presidir una organización, con mĆ”s de 12 mil empleados, tenĆa detalles que para mĆ eran normales porque asĆ lo aprendĆ de mis superiores en su momento; desde servirles la comida a los trabajadores cuando habĆa algĆŗn evento en la organización, pasar por los puestos de trabajo y saludarlos amablemente a cada uno, hasta firmar de puƱo y letra una tarjeta de felicitación por dĆas especiales a cada colaborador, cerciorĆ”ndome de que les llegara a su puesto de trabajo, en cada rincón del paĆs donde se encontraran el dĆa de su cumpleaƱos.
AĆŗn me llegan imĆ”genes de esas tarjetas por las redes sociales de algunos colaboradores de esa Ć©poca, agradeciĆ©ndome el gesto que tuve en aquel momento. Esto no sólo me llena de alegrĆa, sino que me satisface al saber que hice algo distinto por alguien en algĆŗn momento de mi vida.
Recuerdo que pasaba por los sótanos de los edificios, mandaba a abrir las compuertas de los vehĆculos de la organización para revisar el estado de mantenimiento de los mismos. Ante el asombro de los trabajadores, en otras ocasiones me ponĆa a limpiar algĆŗn espacio ante la inminencia de un evento. En una oportunidad escuchĆ© a uno de los colaboradores decirle a otro āsi el mismo jefe estĆ” acĆ” barriendo y trapeando para que todo estĆ© limpio, quĆ© excusas tenemos nosotros para no hacerloā, lo que no sabĆan era que para mĆ esas cosas eran una excusa para distraerme, desestresarme y olvidarme por un rato de las mil cosas que tenĆa pendientes en la empresa.
En una oportunidad tuve un jefe āo mĆ”s que eso era un lĆderā que tenĆa muchas responsabilidades. Era un hombre que no sólo vivĆa en mil reuniones, sino que ademĆ”s trabajaba desde muy temprano en la maƱana, hasta altas horas de la noche todos los dĆas. Yo no sabĆa de dónde sacaba tanta energĆa, pero no importaba lo que Ć©l estuviera haciendo o con quiĆ©n estuviera reunido, las veces que le escribĆa un mensaje diciĆ©ndole que tenĆa que hablar con Ć©l de algo personal, me respondĆa enseguida y me decĆa āvente a mi oficinaā. Eso, entre muchas enseƱanzas me hizo no sólo admirarlo, sino apreciarlo como persona, como ser humano y como lĆder, al punto de que fue uno de los que formó mi forma de gerenciar para el resto de mi vida.
Escuchar a estas personas me hizo recordar esa Ć©poca de mucho estrĆ©s, pero tambiĆ©n de muchas satisfacciones. Al ver cómo ellos se expresaban de āsu empresaā, de āsu jefeā, de lo comprometidos que estaban con la organización y compararlas con lo que yo vivĆ, no sólo como presidente de varias organizaciones, sino como empleado; hasta el punto de llegar a admirar a tu jefe por los gestos que tenĆa hacia uno, me llevó a entender una vez mĆ”s que en el detalle estĆ” la excelencia, que los gestos marcan vidas y hacen la diferencia. No sólo de un buen salario viven los trabajadores, una palmada en el hombro, un saludo de buenos dĆas con una sonrisa, un “gracias” cuando tienen algĆŗn gesto hacia ti, valen mucho mĆ”s que bonificaciones y aumentos de sueldo.
Y es que de esto se trata el āambiente laboralā y el āclima organizacionalā, de que los trabajadores se sientan agradados en sus puestos de trabajo, no sólo con lo lujosa o cómoda que puede ser la empresa, sino con lo bien que se sienten respecto a sus compaƱeros, a sus jefes y sus homólogos. Pero ĀæCómo lograrlo si para ellos sus jefes representan a alguien sin valores, sin respeto o sin esmero por la empresa y sus colaboradores?
La única manera de hacer que todo tu personal reme hacia donde tú quieres, es dando el ejemplo que necesitan, tomÔndolos en cuenta, escuchÔndolos y siendo para ellos su propio jefe de sindicato; que no necesiten a nadie mÔs que los defienda porque para eso estÔs tú, para velar por ellos.