En un momento en que el sistema de salud mexicano enfrenta presiones por desabasto, procesos de licitación inciertos y demandas crecientes de una población que envejece, el papel de los medicamentos genéricos complejos cobra un nuevo significado. Ya no se trata solo de sustituir productos de patente a menor costo. Hoy, la diferencia está en ofrecer alternativas terapéuticas equivalentes que realmente lleguen al paciente, sin sacrificar calidad ni efectividad clínica. Y ese es, precisamente, el terreno donde Synthon ha decidido plantar bandera.
La farmacéutica europea, con sede en los Países Bajos, no es nueva en México. Lleva más de 15 años operando en el país. Pero su enfoque se ha vuelto más decidido, más técnico y, sobre todo, más estratégico. Bajo el liderazgo de Anish Mehta, su CEO global desde 2021, Synthon ha iniciado una nueva etapa de expansión que pone al país en el mapa prioritario de su estrategia para América Latina.
Genéricos complejos, no tradicionales
No todos los medicamentos genéricos son iguales. Algunos requieren procesos de síntesis mucho más sofisticados, validaciones clínicas más exigentes y manejo especializado. Estos son los llamados “genéricos complejos”: productos que, aunque comparten el principio activo con los medicamentos originales, necesitan cumplir criterios adicionales de bioequivalencia, estabilidad, biodisponibilidad y
administración clínica. Synthon se ha especializado precisamente en ese tipo de soluciones. No es una empresa de volumen masivo, sino de precisión terapéutica.
Su portafolio incluye medicamentos para oncología, sistema nervioso central y medicina interna, muchos de ellos destinados al mercado hospitalario por la complejidad de su uso.
Para la farmacéutica, el acceso no debe implicar sacrificio en estándares. De hecho, uno de sus principios rectores es la uniformidad de calidad: lo que se vende en Alemania debe ser igual a lo que se entrega en Guadalajara. No hay productos de “doble estándar”, como tristemente ha sucedido en otros laboratorios cuando exportan a mercados en desarrollo. México como oportunidad
Durante su reciente visita a la Ciudad de México, Anish Mehta lo dijo con claridad: “México es un mercado muy grande, con una necesidad evidente de medicamentos accesibles. Tiene todo el sentido que estemos aquí”.
Y esa presencia no es solo comercial. Synthon opera en México con un equipo técnico y médico en crecimiento, así como con un laboratorio en Guadalajara donde se realizan análisis y pruebas de calidad. Además, mantiene relaciones activas con instituciones públicas y reguladores, y sigue con atención los
procesos de compras públicas, tanto federales como estatales.
Aunque aún no cuentan con una planta de producción local, no descartan esa posibilidad. La instalación de nuevas unidades manufactureras dependerá, como afirmó su CEO, de las condiciones regulatorias, la disponibilidad de talento y la evolución de la política farmacéutica del nuevo gobierno federal.
Calidad, abasto y sostenibilidad
Uno de los temas centrales en la conversación con Mehta fue el impacto que puede tener un medicamento bien diseñado y correctamente posicionado en el sistema de salud. No se trata solo de atender al paciente individual, sino de aliviar la presión sobre el gasto público. De hecho, Synthon estima que sus productos generan ahorros anuales de hasta 5,000 millones de euros a los sistemas de salud que los incorporan, al sustituir fármacos originales de alto costo.
Pero Mehta advierte: precio y calidad deben ir siempre juntos. “No sirve de nada un medicamento barato si no llega a tiempo, o si no tiene la calidad adecuada”, dijo. En ese sentido, la compañía apuesta por una triada básica: seguridad de abasto, calidad comprobada y precios razonables.
Sus productos cumplen con Buenas Prácticas de Manufactura (GMP) bajo normativas europeas, y todos cuentan con estudios de bioequivalencia realizados en centros certificados. Algunos de esos estudios se llevan a cabo en México, pero también trabajan con redes internacionales de investigación en más de 15
países, lo que les permite adaptar su desarrollo a cada molécula.
Liderazgo con visión técnica
El perfil de Anish Mehta no es el de un directivo convencional. Ingeniero biomédico y químico de formación, con MBA por Wharton, Mehta combina conocimiento técnico con visión ejecutiva. Antes de Synthon, fundó y dirigió Theramex, enfocada en salud femenina, y ocupó cargos clave en Allergan y Baxter. Su llegada ha marcado un antes y después para Synthon, con un crecimiento sostenido de dos dígitos y expansión de su portafolio global.

Bajo su liderazgo, la compañía también ha redoblado sus compromisos en materia ambiental, social y de gobernanza (ESG). Recientemente obtuvo la medalla de plata en ESG por EcoVadis y ha establecido alianzas con universidades para el desarrollo de talento, otra prioridad en su estrategia internacional.
Hacia un futuro con sentido
El caso de Synthon muestra que todavía es posible combinar rigor científico, eficiencia operativa y compromiso social en la industria farmacéutica. En lugar de competir solo por precio o volumen, han decidido hacerlo desde el terreno más difícil, pero también más necesario: el de los tratamientos complejos, donde la calidad no es negociable y el acceso puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
México representa, en ese contexto, no solo un mercado atractivo, sino un espacio donde su modelo puede tener un impacto real. Un sistema de salud más eficiente necesita medicamentos confiables, con respaldo clínico y capacidad de abastecimiento continuo. Pero también necesita aliados estratégicos que comprendan las reglas del juego local, respeten las instituciones y piensen a largo plazo.
Asumir el reto
En palabras de Anish Mehta: “Vale la pena despertarse cada día si sabes que estás ayudando a más pacientes a tener acceso al tratamiento que necesitan”. No es una frase publicitaria. Es una declaración de principios en un entorno donde la salud pública enfrenta desafíos crecientes y donde cada decisión importa.
Synthon ha decidido asumir ese reto. No con discursos grandilocuentes, sino con productos específicos, procesos certificados y una ética que entiende que el medicamento no es solo una mercancía, sino una herramienta de justicia social. Y México, con todos sus retos, es un país donde ese modelo tiene mucho por aportar.
El Botiquín
- Mientras tanto, en el sistema de salud público, se imprime otro tipo de historia: la del desabasto. El país arrastra adeudos millonarios con farmacéuticas desde 2022, lo que ha comprometido el capital de trabajo del sector y puesto en riesgo la entrega oportuna de fármacos. “Tenemos un monstruo de tres cabezas: no compra, no paga, no recibe”, señaló recientemente Rafael Gual, director general
de Canifarma. - El medicamento puede existir, pero no llega. La combinación de licitaciones fallidas, logística disfuncional y una cadena de pagos colapsada ha roto la promesa de acceso universal. Hoy, miles de pacientes esperan tratamientos que ya deberían estar en sus manos. Mientras algunos innovan desde consultorios pequeños, el sistema público se ahoga en su propia maraña burocrática. En salud, los retrasos no solo cuestan. También duelen.