No hay armonía.
La crítica reporta que “Balada de pájaros cantores y serpientes”, precuela de la tetralogía de películas de “Los juegos del hambre” no es tan buena; el público la aclama. ¿A qué se debe la diferencia? ¿Es buena o mala?
“Los juegos del hambre” se convirtió la década pasada en una de las series de películas más exitosas con cerca de tres billones de dólares. Adapta la trilogía de novelas de Suzanne Collins. “Balada de pájaros cantores y serpientes” debutó en 2020 como novela y ahora llega a la pantalla grande de manos de Francis Lawrence, responsable de las tres últimas entregas de “Los juegos del hambre”.
“Balada de pájaros cantores y serpientes” sucede 64 años antes de la primera entrega de “Los juegos del hambre”. El protagonista es Coriolanus Snow, el antagonista de aquéllas y quién llegará a convertirse en el presidente de Panem, una nación que tras una revolución instauró “Los juegos del hambre”. Se trata de un evento en el que cada uno de los 12 distritos aporta un par de tributos entre sus niños y jóvenes para batirse a muerte en una arena. El evento es televisado y tiene por objeto recordarle a la población los eventos y el poder del capitolio. Son los décimos juegos y Coriolanus, cuya familia ha caído en desgracia, quiere mejores condiciones para regresar a la gloria. En la nueva dinámica le corresponde ser mentor de Lucy Gray, una joven del distrito 12, el menos favorecido.
En el meta sitio Rotten Tomatoes el filme tiene un 60% que ha estado oscilando alrededor de ese número, dejándolo justo en la línea tras más de 140 reseñas. El consenso indica: “Un elenco sobresaliente y una historia emocionante ayudan a que ‘Los juegos del hambre: La balada de pájaros cantores y serpientes’ sea un digno regreso a Panem a pesar de un final apresurado y algo frustrante.” En MetaCritic tiene un 52 que refleja críticas encontradas y corresponde a 43 opiniones. Por parte del público, en Rotten Tomatoes la cifra es del 90% con más de 100 comentarios.
El punto de controversia parece estar en si se conoce o no se conoce la historia, es decir, para aquellos que leyeron la novela y que están familiarizados con el universo, es buena. Es, de hecho, una adaptación muy fiel. Para quiénes desconocían la trama, la película tiene un problema en el tercer acto. En la dinámica regular de las dos primeras películas, la historia se centra justo en los juegos, permitiendo que los elementos centrales de cualquier trama empaten bien y dejando para el clímax justo el momento decisivo que lleva a conocer al ganador. Ahora no es así. Ese momento, por un lado, es el preámbulo del clímax. Por otro, el protagonista no está en la arena.
El protagonista de “Balada de pájaros cantores” es un elemento crucial para entender. Esta cinta está en la vena de “Joker”. Al protagonista de cualquier historia, por definición, se le considera el héroe. Es por definición un “guerrero de hechos inigualables”. Pero como en “Joker”, Coriolanus no acabará en un mejor lugar en términos morales. Esta historia marca su punto de partida para convertirse, en décadas, en el antagonista de las entregas originales. Es decir, no es un héroe típico y no es un héroe que cambie para bien. Entonces, si consigue su objetivo podrá ser motivo de satisfacción, pero el resultado no es positivo. Es un viaje al lado oscuro.
El discurso o el subtexto del filme construye alrededor de ello. Sin hacer spoilers, los elementos están dispuestos para notar que Los juegos del hambre se juegan en la arena, pero también fuera de ella y para hacer a través de ello una metáfora sobre la sociedad. La antagonista, Volumnia Goul, quién dirige “los juegos”, pregunta al inicio y luego al final, por qué se celebran los juegos. La respuesta de Coriolanus cambia. “Los juegos del hambre” están, más allá de la realidad y el show que representan, más allá del mecanismo de control, para recordar el instinto animal, el instinto de sobrevivencia, aquello que se estaría dispuesto a hacer o que se hará sin pensar por ganar, por sobrevivir. Es una tesis que confronta, no del todo positiva o agradable. En el espejo que representa “Balada de pájaros cantores y serpientes” está lo provocador y remata diciendo, recordando, “son las cosas que más amamos las que nos destruyen”.
