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El mercado negro de las redes sociales, el robo de identidad en perfiles

Según The New York Times este tipo de prácticas viven un auge, lo que deja ganancias millonarias a las firmas que venden paquetes de seguidores en redes sociales

A diario, muchos de nosotros entramos a nuestros diversos perfiles de redes sociales, los motivos al igual que las visitas son múltiples, desde felicitar a un amigo por su cumpleaños, ver fotos, enterarnos de noticias, entre otras actividades. No obstante, seguramente, en las redes también existe otro perfil exactamente igual al tuyo pero que promociona empresas en otros países y que incluso publicita pornografía.

Este perfil falso pertenece a firmas que comercializan paquetes de seguidores para personas que desean incrementar su popularidad en el social media; ejemplo de ello es la empresa norteamericana Demuvi, misma que facturó millones de dólares durante el año pasado por una especie de robo de identidad social.

De acuerdo con una investigación de The New York Times, la compañía cuenta con por lo menos 3.5 millones de cuentas automatizadas que le permitieron vender más de 200 millones de seguidores en Twitter, de las cuales alrededor de 55 mil usan nombres, fotos de perfil, lugares de origen así como otros detalles personales de un usuario real, entre los que se incluye menores de edad.

Según el medio, este fenómeno comienza a ser un auge, desde gobiernos, empresarios, deportistas, influencers, entre otros; se calcula que 48 millones de usuarios activos en Twitter, cerca del 15 por ciento de los perfiles, son cuentan automatizadas, diseñadas para simular actividad real, no obstante, la aplicación indicó que se trata de un número menor.

Por su parte, Facebook reconoció a finales del año pasado que tenía menos del doble de usuarios falsos que los que creía, alrededor de 60 millones de muros serían bots. Estas cuentas tienen como finalidad marcar tendencias, influenciar a las audiencias, además de operar dentro de debates políticos. Y es que, a pesar de que identificar un comportamiento de un bot individual, al momento de que se les examina en grupo, pueden verse sus comportamientos con patrones claros.

A pesar de que el comercio de seguidores falsos está prohibido en Twitter y en otras plataformas, no obstante abundan los sitios de venden abiertamente paquetes de seguidores. Según la investigación del rotativo norteamericano, las redes sociales establecen sus propias reglas para detectar y eliminar cuentas falsas, pero el valor de mercado de las empresas propietarias de las aplicaciones está estrechamente vinculado a la cantidad de usuarios de dicha red, lo que se vuelve en un incentivo para adquirir bots.

The New York Times aseguró tener pruebas de más de 200 mil clientes de Demuvi en el que se incluye periodistas, estrellas de realitys shows, deportistas, comediantes, expositores de TED Talks, religiosos y modelos. De igual forma, se precisó que el precio de un seguidor falso, una reproducción en YouTube o en SoundCloud o una recomendación en Linkedin es de apenas unos centavos de dólar.

La red social de los ahora 280 caracteres replicó al medio que no suele suspender a usuarios con seguidores falsos, ya que es difícil saber quién es el responsable de su compra, y afirmó que se mantienen laborando para responder a cualquier automatización maliciosa en la plataforma, así como cuentas falsas o de spam.

Otra de las funciones de estos paquetes de seguidores falsos tiene que ver con los influencers, debido a que sus patrocinadores llegan a pagar hasta dos mil dólares por un solo tuit a alguien con 100 mil seguidores, mientras que alguien con un millón de seguidores podría cobrar hasta 20 mil billetes verdes.

Como parte de la investigación, los periodistas contrataron los servicios de Demuvi. Generaron una cuenta de prueba en Twitter y pagaron 225 dólares por 25 mil seguidores; de ese total, los primeros 10 mil tenían apariencia de ser personas reales, no obstante, tenían detalles extraños, las cuentas tenían letras de más, usaban guión bajo o cambiaban letras como una mayúscula o minúscula.

Los otros 15 mil eran sospechosos, no tenían imagen de perfil y en vez de nombres tenían una mezcla de letras, números así como fragmentos de palabras. El análisis del Times derivó en que algunos casos, un solo usuario real de Twitter fue transformado en cientos de distintos bots, con pequeñas variantes mínimos respecto al original.

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