Lo recuerdo perfecto. Hace más de cinco años, DIAGEO me pidió, a través de una amiga que admiro mucho y que ya no trabaja ahí, un reto muy inteligente.
Una especie de premonición, de tendencia, de pronóstico anticipado. Lo que querían saber los agentes de la mercadotecnia y directivos de esta empresa de licores era responderse una pregunta: ¿Qué beberán y cómo serán los niños y adolescentes en cinco años?
Esta pregunta se la hicieron hace como cinco años y tenía que responderles con una sola lámina y sin rollos. De una forma muy ejecutiva, con fraseos muy directos. Este era el reto.
Recuerdo que definí a esta nueva generación como una generación más o menos NEO Conservadora, más cerrada y hermética, con lujo silencioso al desconectarse y tomadores de whisky, en general. Como unos nuevos conservadores, algo así como unos baby boomers recién nacidos y que, de hecho, conectarán muy bien con los baby boomers.
Y sí, parece que ellos, estos viejos centennials y nuevos alfas, le darán una puñalada a la publicidad inclusiva para las minorías LGTB+ y body positive, para llegar a ser más políticamente incorrectos y hablar de cuerpos correctos, ser más racionales y más conservadores.
Porque, en esta era donde los WOKE y el lobby que promueve ser inclusivo ya con todo, tiene que haber una compensación para crear un balance. En un contexto donde las instituciones ya no son nada automáticamente, la sociedad compensa para crear nuevos núcleos sociales más cerrados y conservadores. ¿Por qué? Para reforestar o repoblar la población.
Volver a crear familias, como pasó en la Segunda Guerra Mundial, cuando murieron más de 60 millones de personas, entre judíos, gitanos, rusos, europeos y estadounidenses.
Regreso a la campaña de American Eagle y los jeans bien puestos y ceñidos al cuerpo de la rubia y prototípica belleza americana, Sydney Sweeney.
En el fraseo del comercial, si tú pronuncias la palabra “jeans”, se pronuncia igual a “genes”, que significa genes en inglés. Tramposos. ¿Casualidad? No lo creo. ¿Error del guionista publicitario? Tampoco. Esta campaña trae jiribilla.
Este año, la publicidad de las grandes marcas de inclusión es de cero. Se acabó. Ya no es rentable. Ya ser inclusivo no deja dinero. ¿Por qué? Porque el influencer más poderoso del mundo ahora es el presidente de los Estados Unidos de América. Donald Trump es el mejor agente de la mercadotecnia y odia todo lo que suene a WOKE.
Se les acabó su rollito inclusivo. Se les gastó, como dirían en Mérida.