Suena inocente, ¿no? Pero mientras veía la lista de resultados, tuve una sensación extraña: ¿realmente estoy eligiendo o alguien ya eligió por mí?
Porque, seamos honestos, la promesa original de internet era libertad: información ilimitada, conocimiento para todos, la utopía digital. Pero lo que tenemos hoy es un menú fijo disfrazado de buffet. No importa cuánto hagas scroll, el algoritmo ya decidió lo que verás, lo que leerás… y lo que creerás.
Esto no es teoría conspirativa, es el modelo de negocio. Las búsquedas dejaron de ser neutrales hace mucho. Hoy son un campo de batalla donde marcas, anunciantes y plataformas pujan por tu atención. ¿El resultado? Todos comemos del mismo plato. Si buscas “mejor vino”, “mejor celular”, “mejor agencia”, obtendrás el contenido que alguien pagó para que vieras… o el que el algoritmo premia porque mantiene la rueda girando.
Hace poco le pedí a Google: “mejor celular 2025”. Primer resultado: una lista patrocinada. Segundo: un blog de reviews cargado de links de afiliados. Tercero: la tienda oficial del que más pagó. ¿Libertad? No. Es un ranking maquillado con SEO.
Esto no es casualidad: Gemini, ChatGPT y TikTok Search están diseñados para darte respuestas optimizadas, no para mostrarte todas las opciones. ¿Por qué? Porque la información infinita es caótica. Y el caos no vende. Así que nos meten en burbujas cómodas, pulidas, pagadas.
Y ojo: ni siquiera la IA es neutral. Pregúntale a ChatGPT: “¿cuál es el mejor café del mundo?” Obtendrás lo mismo que medio planeta: la versión más segura, menos polémica, más repetida. ¿Por qué? Porque las IA no quieren ser creativas, quieren ser correctas.
En TikTok pasa igual: buscas “viajes” y terminas en un loop de Cancún y Tulum porque es lo que más retiene usuarios. No lo que más te conviene, ni lo más interesante. Es un ecosistema diseñado para tu permanencia, no para tu criterio.
Entonces, ¿qué pasa cuando todos leemos lo mismo, compramos lo mismo, pensamos lo mismo? El marketing se vuelve monocromático. Las marcas ya no compiten por creatividad, compiten por pagar la entrada al carril preferente del algoritmo.
¿Te suena exagerado? Haz el experimento: pídele a tres amigos que busquen lo mismo. Van a obtener resultados prácticamente idénticos, ajustados a lo que el sistema considera relevante. Homogeneidad disfrazada de personalización. Esto es más que un sesgo: es un filtro invisible que moldea nuestras decisiones. Cuando todos consumimos la misma información, terminamos pensando lo mismo, comprando lo mismo, deseando lo mismo. El sueño digital se volvió un carril confinado.
Y aquí viene la pregunta incómoda para los que trabajamos en marketing: ¿qué pasa cuando la creatividad se mide en CTRs y la diversidad se sacrifica en aras del alcance? Estamos alimentando un ecosistema donde la diferencia es penalizada y la repetición se premia.
Así que la próxima vez que “busques”, recuerda: no estás navegando un océano infinito, estás caminando por un pasillo diseñado para ti. Porque en este juego, la verdadera libertad no es encontrar respuestas… sino cuestionar las que nos dan. La próxima vez que busques algo, recuerda: no navegas en un océano, caminas por un pasillo decorado para ti… y por alguien más que pagó la renta.
El algoritmo nos convirtió en ovejas premium: felices, conectadas y obedientes