Llega el verano y con él, dos cosas inevitables: calor infernal y niños con tiempo libre. Para los papás, es un reto de logística y supervivencia. Para las marcas, una oportunidad de oro si saben leer la jugada.

En mi caso, tengo tres hijos menores de cinco años (uno de cinco y mellizos de tres), y créanme cuando les digo que las vacaciones no se sienten como descanso, sino como producción en vivo 24/7. Entre horarios desfasados, comida cada dos horas y un cachorro que apenas está aprendiendo a ir al baño, no es exagerado decir que el verdadero lujo es lograr sentarse cinco minutos sin interrupciones.

Durante las vacaciones escolares, el consumo se transforma. Ya no se trata solo de vender productos: se trata de resolverle la vida a las familias. Y ahí es donde muchas marcas pierden la oportunidad.

En lugar de salir con promociones genéricas o contenidos sin alma, deberían estar preguntándose: ¿Cómo le facilito las vacaciones a una mamá con tres niños y mil frentes abiertos? ¿Cómo acompaño a un papá que solo quiere que sus hijos vivan momentos mágicos sin perder la cabeza (ni la cartera)?

Las marcas que entienden el contexto estacional y emocional de su consumidor no solo venden más: construyen lealtad. No basta con poner a un niño en traje de baño en la portada del e-commerce. Queremos activaciones reales, contenidos útiles, experiencias memorables. Queremos marcas que nos acompañen, no que nos griten ofertas en pleno caos familiar.

Por eso, marcas como Lego, Danonino o Decathlon no paran de crecer en verano: porque no solo venden productos, sino que conectan con el momento vital de sus audiencias. Desde apps con actividades para entretener a los niños en trayectos largos, hasta eventos de verano que mezclan diversión y educación, la clave está en generar experiencias que solucionen la temporada y además construyan vínculo.

Y no hablo solo de productos infantiles. ¿Tienes un banco? Enséñame cómo organizar mis finanzas familiares en vacaciones. ¿Eres una aerolínea? Hazme sentir que volar con tres criaturas no es un suicidio emocional. ¿Tienes una marca de helados? Piensa en lo que puede significar para una mamá estresada tener cinco minutos de paz con un mini postre que además entretiene.

Un punto clave que muchas marcas olvidan es el contenido pensado para papás, no solo para mamás. Aunque tradicionalmente se asocia la logística del hogar con ellas, cada vez somos más los padres involucrados en cada detalle. Si una marca quiere conectar, que me hable como el adulto responsable que también soy: el que organiza mochilas, compra bloqueador, y memoriza los horarios del curso de verano.

También hay una gran oportunidad en el contenido compartible: imprimibles descargables, playlists para viajes en carretera, tutoriales para manualidades que no destruyan la sala… todo eso suma. No siempre hay que vender algo directamente. A veces, ganarte el “gracias” de una mamá o un papá en apuros es más valioso que un clic en el carrito.

Y por favor, hablemos de espacios reales. ¿Tienes una tienda física? ¿Un restaurante? ¿Una experiencia? Si no tienes silla alta, cambiador o un rincón para niños, me estás dejando fuera. Las marcas que piensan en la logística de familia completa —y no solo en la estética para Instagram— son las que se ganan el corazón… y la recompra.

En Los Magicians, por ejemplo, hemos trabajado activaciones donde lo importante no era el sampling del producto, sino la historia que se vivía alrededor: niños creando, papás respirando, y marcas facilitando. Es ahí donde se da la magia. Lo he vivido no solo como marketero, sino como papá en pleno campo de batalla vacacional.

Porque en verano, el marketing no es solo de consumo. Es de acompañamiento. Y quien acompaña bien en vacaciones, suele quedarse todo el año.

¿Tu marca ya está lista para el verano? Si quieres ideas reales, accionables y memorables (y no solo un PDF con globitos), escríbeme a [email protected].

Gracias por leerme.